El legado de Al-Ándalus - Relatos Eróticos

El legado de Al-Ándalus

... próxima vez sea gente inocente la que pague. Lucas está cada vez más mayor, ¿no querrás que le pase nada, verdad?

En aquel momento, Raúl palideció, temiendo por la integridad de su primogénito.

—N-no, claro que no.

—Eso me parecía... Anda, vete. Y dale recuerdos a Lucía de mi parte.

Humillado y atemorizado, Raúl escapó de su antiguo taller. Ya no odiaba a los que eran como Labib, a los que venían a usurpar su país. Su principal sentimiento respecto a ellos no era el mismo, ahora les temía; había descubierto de lo que eran capaces.

Entre leves sollozos y grititos de dolor por las secuelas de la violación, Raúl llegó a casa. Conservaba la llave en los bolsillos. Lo primero que hizo fue ducharse, con el fin de limpiarse la esencia de Labib de su culo. En parte, lo consiguió, pues lo físico, gracias al agua, se había desvanecido por el sumidero, mas todavía recordaba cada embestida y lo que le hicieron sentir.

Una vez seco y tras haberse puesto un liviano pijama, se acostó junto a su mujer, Lucía. No dejaba de pensar en que, si le hubiera hecho caso y dado el amor y la atención que merecía, nada de esto le habría pasado, pero ya no existía marcha atrás que lo arreglara.

A partir de ahora, le tocaría agachar la cabeza ante Labib cuando se lo cruzara por el barrio, en señal de respeto.