1. El legado de Al-Ándalus


    Fecha: 11/10/2025, Categorías: Gays Autor: iberianescriba, Fuente: TodoRelatos

    ... demasiado.
    
    Las rodillas de Raúl estaban teñidas de rojo por la sangre que ya se había secado, sangre perteneciente a unas heridas por mantener aquella posición durante tanto tiempo y soportar movimientos tan bruscos.
    
    El golpeteo rítmico de cuerpos chocando marcaba el compás de lo sucedido.
    
    —Clap, clap, clap. —Húmedo, insistente, definitivamente salvaje.
    
    Cada embestida resonaba en el taller con un eco sordo y carnoso, una mezcla de piel contra piel, gemidos ahogados por parte de Labib y llantos desgarradores provenientes de Raúl, sometido al vaivén. El sonido era crudo, visceral, el secreto lenguaje del cuerpo expresando sin censura ni mensajes subliminales los deseos de ambos, que se encontraban en lugares distintos. Labib, rozaba el cielo; ¿Raúl? Él acababa de conocer el infierno en la Tierra.
    
    De repente, Labib llegó a su límite: estaba temblando, al borde de un delicioso colapso. Cada músculo se le había tensado. Raúl sufrió en sus carnes cómo las embestidas se volvían más profundas, más implacables, más cruelmente calculadas. Una mano firme lo sujetaba por las caderas, obligándole a recibir cada golpe de "placer" sin escapatoria.
    
    Sabía lo que estaba por venir, y pese a que daría todo porque esto no sucediese, en el fondo clamaba suplicante por el fin de aquella pesadilla.
    
    —¡Ahora! ¡Joder, joder! ¡Aaaaahhh!
    
    Y como si aquellas palabras hubieran desatado una tormenta, el clímax arrasó a los dos, aunque de formas distintas. Fue violento, urgente, ...
    ... inevitable. El cuerpo de Labib se arqueó en un espasmo salvaje mientras el orgasmo se derramaba con fuerza, entre jadeos entrecortados y piel empapada. En el caso de Raúl, fue la mente la que se deshizo, rendida al vértigo del control y a una total rendición.
    
    El gemido que escapó no era sólo placer, sino también una mezcla de orgullo, poder y una victoria íntima, casi feroz.
    
    Después de regular su respiración, Labib sacó su polla del adolorido culo de Raúl y observó los resultados de su gran trabajo. La corrida fluía desde aquel abierto ano y resbalaba por sus piernas hasta el suelo. Para sorpresa de ambos, no había sangre por el forcejeo, pero sí bastantes fisuras anales que no se notaban a simple vista, sólo las sentiría Raúl de forma interna.
    
    Labib dio una última nalgada al español y lo dejó ahí tirado, escurriendo su semen. Pero no tardó en volver con un pequeño cúter sacado de un viejo cajón.
    
    Finalmente, lo liberó cortando las cuerdas.
    
    Raúl ya podía estirar las manos. Intentó ponerse de pie, pero el dolor acumulado era tanto que ya no tenía fuerza para ello. Sentía que sus músculos dormían aún.
    
    —Espero que no vuelvas a obligarme a hacer algo así, Raúl. No me gusta utilizar la violencia con los más débiles.
    
    Ya había logrado ponerse los pantalones y ponerse a cuatro patas cuando Labib le tiró del cabello, llamando su atención.
    
    —Te lo advierto, déjame en paz. Acepta tu derrota en la vida y deja de culpar a los de fuera de tus decisiones, o puede que para la ...
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