1. El síndrome del oso panda (3)


    Fecha: 13/05/2019, Categorías: Sexo en Grupo Autor: Vero_y_Dany, Fuente: xHamster

    ... correr por el pasillo. La seguí. La encontré en la cocina, sentada sobre la encimera y con los pies sobre ella, muy abierta de piernas. Me miró con una sonrisa falsamente inocente.—Quiero hacerlo en todas las habitaciones… —dijo con su voz profunda.«No le voy a negar el capricho…» —me dije.Me doblé por la cintura, e introduje la cara entre sus muslos. Me demoré unos instantes para contemplar aquella maravilla de sexo, sin sombra alguna de vello. Mis manos se fueron a sus pechos, y enterré la lengua en su vulva. Me rodeó el cuello con los brazos.Durante unos segundos, lamí a conciencia todo el interior. Dirigí la lengua hacia arriba, tropezando con la pequeña dureza de la cúspide. Helga comenzó a gemir bajito.Puso su mano en mi frente, haciendo que perdiera contacto con su sexo. Se bajó rápidamente del mostrador, me dirigió una sonrisa juguetona, y corrió de nuevo hacia el pasillo. Me fui tras ella. No estaba en el dormitorio, ni en el salón. Miré en la habitación de invitados. Tampoco. Volví al dormitorio, y entré en el aseo.Helga estaba doblada por la cintura de espaldas a mí, con las manos en el lavabo, mostrándome hasta el pliegue más íntimo. En su rostro, medio vuelto, había una sonrisa de malicia.«Pues si quieres que te lo haga en esa postura, por mí no hay inconveniente» —me dije.Guié mi erección con una mano, y recorrí con el glande toda su abertura varias veces.Me vino una idea que me hizo sonreír interiormente. Hasta ahora, la iniciativa había sido más o menos ...
    ... suya. Era hora de apuntarme un pequeño tanto.Apoyé el glande en su ano, y apreté ligeramente. No tenía la menor intención de penetrarla por allí, pero quería saber cómo se lo tomaba.—Oye, no me importa, pero quizá deberías… ¿tienes algún lubricante? —preguntó con voz contenida.—¿Lo has hecho alguna vez? —pregunté a mi vez.—No, a mi marido no le gusta. Pero siempre tiene que haber una primera ocasión para todo…—Yo también prefiero tu otro agujerito —bromeé, mientras empujaba ligeramente con el glande en contacto con el vestíbulo de su vagina.—¡Sí!, hazlo —murmuró ella con la voz entrecortada.Dos centímetros. Me detuve, y me aferré a sus pechos con ambas manos. Empujé un poco más. Casi la mitad de mi miembro había desaparecido en su interior… Y entonces, ella desplazó el trasero hacia atrás, mientras exhalaba un ligero gemido, quedando empalada en mi erección.Me moví muy despacio, haciendo resbalar mi pene lentamente, dentro y fuera de su lubricado conducto. Me estremecí de pasión; no tardaría mucho en correrme.De repente, y como ya había hecho antes, se incorporó, me miró con una sonrisa de malicia, se desasió de mis manos, y salió rápidamente del baño.A pesar de mi tremenda excitación, comenzaba a joderme el jueguecito. Me había interrumpido cuando estaba a punto de eyacular.Pero el enfado se me pasó como por ensalmo; al entrar en el dormitorio, la encontré tendida boca arriba en nuestra cama, con las piernas separadas, mostrándome lo que acababa de hurtarme.Me subí sobre el ...
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