El síndrome del oso panda (3)
Fecha: 13/05/2019,
Categorías:
Sexo en Grupo
Autor: Vero_y_Dany, Fuente: xHamster
... has mojado también el pantalón. Dámelo, que lo tiendo con la blusa.Con una sonrisa maliciosa, se puso en pie, descorrió una pequeña cremallera en la parte posterior, y se lo quitó también. Debajo había unas braguitas blancas muy sexy. Sin dejar de mirarme con “aquella” sonrisa, se las bajó por las piernas, apartándolas de un puntapié.Me quedé mirándola embobado. Si vestida ya me había parecido preciosa, su cuerpo desnudo era la perfección hecha mujer. Salí del trance, recogí la ropa del suelo, y me dirigí al aseo, donde desplegué un colgador sobre el que extendí su ropa.A mi vuelta, la encontré recostada, con una pierna pasada sobre uno de los brazos del sillón, y la otra doblada sobre el asiento, mostrándome el sexo sin recato alguno.Se me olvidó todo: Vero, mi decisión de no volver a tener una aventura, todo. Solo estaba pensando en una cosa: aquella mujer era sexo en estado puro, y se me estaba ofreciendo.Me arrodillé ante ella, y lamí los restos de la bebida que aún quedaban en su piel. Había un minúsculo charquito en su ombligo, y metí en él la punta de mi lengua. Después fui bajando; me entretuve en su terso vientre, lamiendo. Remoloneé en su monte de Venus. Descendí un poco más. Estaba ya a punto de llegar al pliegue del inicio de su sexo.Salió de su inmovilidad, para asirme por el cabello con las dos manos, y tirar de mi cabeza en su dirección. Me besó. ¿Beso? Me quedo corto. La frase correcta es “se comió mi boca”.Pasé los brazos en torno a ella, y mis manos ...
... comenzaron a acariciar la suave piel de su espalda. Y nuestras bocas no se separaban. Introduje la lengua entre sus labios, y la suya salió a su encuentro. Lamí todo el interior, que sabía a whisky. Cuando toqué con la punta su paladar, emitió una especie de sonido gutural.Sus manos fueron a mi espalda, asieron la camiseta y tiraron de ella hacia arriba, intentando quitármela. Para facilitarle la tarea, me separé un poco, y aproveché el espacio para poner la palma de mis manos sobre sus pechos, notando cómo sus pezones crecían bajo mis dedos. Hube de dejarlos con pesar para sacar los brazos de la prenda, que fue a parar al otro lado de la habitación.Sentí sus dedos maniobrando en mi cintura, tratando de desabrochar el botón que cerraba mi pantalón, y decidí facilitarle el trabajo. Más que nada porque estaba ansiando el contacto piel contra piel. Me puse en pie, me desprendí de la prenda junto con el slip, y mi erección brotó orgullosamente horizontal, al máximo de su tamaño.Volví a la posición anterior, pero ahora fui yo quien tomó sus mejillas entre mis manos y me comí sus labios con la boca entreabierta. Y, cambiando las tornas, ahora fue su lengua la que buscó la mía, y se enredó con ella.De repente se desasió de mí, y se puso en pie.—No me has mostrado tu casa… —dijo en tono meloso.«Se desnuda, permite que le lama el cuerpo, me besa, y en lo más interesante, me pide que le enseñe mi casa» —pensé. No lo entendía, y me sentí un poco frustrado.En una reacción inesperada, echó a ...