1. El síndrome del oso panda (3)


    Fecha: 13/05/2019, Categorías: Sexo en Grupo Autor: Vero_y_Dany, Fuente: xHamster

    ... instantes, con las piernas ladeadas. Seguía con su sonrisa encantadora, mirándome como si esperara algo de mí. Tragué saliva.—¿Te apetece beber algo? —pregunté con voz ronca.—Lo mismo que tú —respondió, tomando mi vaso y mirándole al trasluz. Luego se le llevó a los labios y bebió un sorbo. Después, fue recorriendo el borde con la punta de la lengua, sin dejar de mirarme con una sonrisa traviesa.Le dejó de nuevo sobre la mesita. Se quitó las sandalias muy despacio, sin dejar de mirarme, y subió los pies sobre el asiento. Tragué saliva nuevamente. Si alguna vez había tenido claro de una mujer que estaba dispuesta a follar, fue aquella.—¿Hace mucho que conoces a Vero? Mi mujer no me ha hablado nunca de ti —pregunté, aunque me importaba un bledo su respuesta: solo quería escuchar de nuevo su voz.—No, hace poco tiempo. De hecho, solo desde la semana pasada. Nos presentó… alguien que conocemos las dos, y congeniamos enseguida. Vino a mi casa a ver… unas cosas, se quedó a cenar, y se dejó las gafas en el recibidor.«¿Por qué esa vacilación antes de decir quién las presentó, y qué es lo que fue a hacer a su casa? —me pregunté. Pero tampoco me importaba el detalle en aquel momento»Bebí lo que quedaba en el vaso, y serví una buena medida de whisky. Se lo ofrecí. Ella removió con el dedo índice los cubitos de hielo, y luego se llevó el dedo a la pequeña “o” formada por sus labios, introduciéndole y sacándole varias veces de una forma muy sensual. Y seguía sonriendo y mirándome con ...
    ... aquella cara de malicia que me estaba causando una erección de campeonato.«¿Y si me equivoco, intento algo con ella y me arrima una hostia? —dudé—. Lo peor no es eso, sino que se lo contaría después a Vero. Pero no, nadie actúa como ella si no es para provocar».Volvió a llevarse el vaso a los labios. Uno de los cubitos se desplazó, y parte del contenido, hielo incluido, fue a parar a su escote.—¡Ah! ¡Jajajajaja! —rió, ahuecándose la blusa, con lo que quedaron al aire sus senos—. ¡Está muy frío!Esto es algo relativamente común, me ha sucedido un par de veces, pero tuve la impresión de que había volcado a propósito una parte del líquido, aunque también pudo haber ocurrido a causa de la impresión. Me puse en pie.—Espera, traeré algo para que te seques.Volví con una toalla. El escote estaba aún más bajado, y las hombreras de la blusa, en los codos. Estaba prácticamente desnuda de cintura arriba. Le ofrecí la toalla.—Sécame tú —pidió con su sonrisa pícara—. No puedo soltar la blusa, ¡está helada!Lo dudé un buen rato (dos segundos) Finalmente me decidí, y comencé a lamer los pequeños regueros de whisky.«Ahora es cuando me sacude —temí por un instante»Pero no sucedió. Cuando mi lengua enjugó las pequeñas gotas de uno de sus pezones, echó la cabeza hacia atrás, con un gesto de indudable placer.—Quítate eso, que lo pongo a secar —ofrecí.No lo dudó ni un instante, y se sacó la prenda por la cabeza. Advertí que también la cinturilla del pantalón estaba mojada, y decidí jugarme el resto.—Te ...
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