Paola Cap I. Infiel por Venganza
Fecha: 31/07/2018,
Categorías:
Infidelidad
Autor: dantestr, Fuente: RelatosEróticos
... número de Juan Carlos, pero la llamada volvió a quedar sin respuesta—. ¿Dónde se habrá metido? —preguntó en voz alta, como hablándole a su acompañante—. Lo busqué por todos lados antes de salir. ―Puede estar en las salas privadas —sugirió el jardinero—. Si la señora lo desea, Omar la puede llevar a buscarlo ahí—. A Paola le hicieron gracia las ansias del pobre hombre por ayudarla. Seguramente quería permanecer un poco más de tiempo con ella, o quizás agradecerle el espléndido espectáculo que le había brindado. ―Sería imprudente irrumpir en esas salas buscando a mi marido —replicó—. Suponiendo que estuviera en alguna, creo que lo avergonzaría ante sus amigos si interrumpiera su reunión―. Y se encaminó por el sendero que llevaba de vuelta a la residencia, seguida por Omar. ―Las ventanas de las salas que le mencionó Omar dan a ese costado de la casa —insistió el jardinero, señalándolo—. Y la señora puede asomarse por ellas para ver si está don Juan Carlos. Paola sopesó la idea. Podía volver a buscar a su marido en la fiesta: si lo encontraba, tanto mejor, pero si no, seguiría estando sola, y sin saber qué hacer con todos esos lobos acechándola. Por otra parte, ...
... si lograba ver por las ventanas en qué sala estaba Juan Carlos, podría esperar a que saliera, o por lo menos sabría en qué salón hallarlo, sin andar abriendo puertas a ciegas. ―¿Y si nos sorprenden espiando? ―le preguntó a Omar. ―Las ventanas dan al parque de setos, nunca va nadie por ahí a esta hora —respondió el hombre—. Y tienen vidrios esmerilados muy gruesos, que no dejan ver de adentro para afuera. La señora puede estar tranquila, no correrá ningún riesgo. (busca la continuación en el sitio de relatos de Dantes) Habían llegado justo a un punto en que el sendero permitía acercarse a ese costado de la casa. Paola seguía dudando, cuando de pronto sintió que la áspera mano de Omar se posaba en su espalda desnuda, invitándola a seguir. “Otro detalle de este vestido”, pensó, “la espalda completamente desprotegida”. Durante un segundo se sintió ultrajada al ser tocada por un hombre como ése, pero se calmó al ver la candorosa sonrisa que le dedicaba aquel mulato; se dio cuenta de que sólo quería ayudarla. Entonces, para no hacerlo sentir mal, se dejó guiar en la oscuridad por entre los arbustos, pues ya no había farolillos que alumbraran el camino. Continuará.