Paola Cap I. Infiel por Venganza
Fecha: 31/07/2018,
Categorías:
Infidelidad
Autor: dantestr, Fuente: RelatosEróticos
... locales, pero ya eran casi las seis y no había tenido mejor suerte que antes. El único cambio que había percibido era que muchos hombres la miraban, y algunos descaradamente. Incluso había oído toda clase de piropos al pasar. Pensó que aquel barrio no solía recibir mujeres tan espectaculares como ella. En los lugares que frecuentaba habitualmente no la miraban menos, pero los que lo hacían eran más disimulados. Sin embargo, la situación no la incomodaba; siguió buscando su vestido ideal, dejando que la miraran cuanto quisieran; total, ella era sólo de su marido. “Recojan las migajas, que sólo Juan Carlos se alimenta de esta carne”, pensó orgullosa, y no pudo evitar sonreír al advertir que esa clase de comentarios eran típicos de su adorable pero siempre altanero marido. Recordó que precisamente esa forma de ser de Juan Carlos había provocado ciertos roces entre ellos al comienzo de su relación. El trato despectivo que descargaba sobre las personas humildes o de mal ver, a ella solía molestarle, y generaba discusiones y distanciamientos. Estaba a punto de irse, decepcionada, cuando vio una tienda nueva en un entrepiso donde solían haber sólo sexshops. En la vitrina había dos vestidos que llamaron su atención, y decidió acercarse. Subió la escalera, y advirtió que para llegar a la tienda debía pasar ante otros negocios dedicados al sexo. Eso la incomodó bastante, pues junto a la baranda que bordeaba el entrepiso había dos tipos que ya habían clavado sus miradas en ella. “No ...
... seas tonta”, pensó, pues sabía que no había nada que temer: era un barrio popular, pero no peligroso. Lo que le molestaba era pasar ante tiendas dedicadas a vender juguetes eróticos, ropa interior altamente provocativa y videos pornográficos. Siguió adelante, ignorando el silbido que dejó escapar uno de los hombres que la miraban. Llegó a la tienda, y vio que no sólo vendía vestidos de fiesta, sino también ropa interior de encajes y uno que otro juguete sexual. Junto a los dos vestidos que le interesaban había en vitrina sendos falos de goma que desviaron su atención por un momento. Se preguntó si era correcto que una mujer decente entrara en una tienda como esa. Se moriría de vergüenza si algún conocido la viera visitando un antro así. Sin embargo, los vestidos eran realmente llamativos, muy diferentes a los que había visto antes. Uno le pareció muy sexy; era corto y de tela elasticada, rojo y anudado a la espalda. El otro era un vestido largo de color morado, abierto por un tajo que llegaba hasta muy arriba; su tela ligera caía elegantemente por las torneadas formas del maniquí. Miró disimuladamente a su alrededor; los únicos que la miraban eran los tipos que le habían silbado, simples desconocidos que no volverían a verla en su vida. “¡Al diablo!”, pensó, y entró. Era un local algo oscuro, propicio para el negocio que parecía ser su fuerte. Había un cliente revisando unas películas XXX, tan absorto en su asunto que no se percató de la tremenda mujer que pasaba a unos metros ...