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Una apuesta, un vestido y un secreto — Segunda
Fecha: 18/10/2025, Categorías: Transexuales Autor: Diana Laura, Fuente: TodoRelatos
... ¿Iría como yo? ¿O como ella? De pronto, mi celular suena. La llamada de Ricardo llega como si pudiera leerme el pensamiento. —¿Estás en casa?— pregunta, directo. —Sí. —¿Puedo pasar? —Claro— respondo. Minutos después está frente a mi puerta, con una bolsa de pan dulce y dos cafés. Lo dejo pasar sin decir mucho. Se sienta en el sofá, como si conociera cada rincón de mi departamento. —¿Estás bien?— pregunta, sin rodeos. —No lo sé. —Pensé que estarías empacando. —En eso estoy… Bueno, lo estoy intentando— digo, y señalo la maleta vacía como prueba de mi fracaso. —¿Y? —No puedo decidir qué ropa llevar. Ricardo no dice nada de inmediato. Abre el café, me ofrece el mío. Toma un sorbo. Luego, con ese tono suave que usa cuando quiere hablar en serio, me dice: —Mira, no quiero presionarte. No estoy aquí para eso. Solo quiero saber, bueno, tú sabes… Me quedo en silencio. La pregunta, tan clara y simple, me deja sin palabras. No porque no la esperara, sino porque me obliga a mirar de frente algo que vengo evitando desde hace días. —Dijimos que solo sería para la cena con tu familia— susurro. —Un disfraz. Un juego entre amigos. —Y lo fue— responde él. —Pero, también fue algo más. No quiero decidir por ti. Solo quiero que seas honesta contigo. Me muerdo el labio. Hay algo ardiendo dentro de mí. Confusión, sí, pero también una especie de nostalgia, como si ya extrañara algo que aún no pierdo. Diana no era solo un nombre. Era una forma de ...
... moverme, de hablar, de estar. Y me gustó. Más de lo que me atreví a admitir. —No sé si quiero volver a ser ella— miento. —Pero tampoco sé si puedo dejarla ir. Ricardo se acerca, sin invadir, solo lo justo. Me mira con esa mezcla de ternura y confianza que solo él tiene. —No tienes que tener todas las respuestas hoy. Pero si sientes que Diana merece ver el mar… déjala venir. Me río, nerviosa. —¿Dejarla venir? Suena como si fuera una huésped extraña. —Tal vez lo sea. Pero, tienes que admitir algo: se veía linda con ese vestido negro. ¿No crees que se vea igual de linda, radiante con un bikini? Esa broma ligera me saca una carcajada sincera. Y en ese momento, lo sé. No tengo certezas, no tengo planes a largo plazo. Pero sí tengo una intuición, una sensación que, aunque asusta, también abraza. —Está bien— digo al fin. —Que venga. Ricardo sonríe, triunfante, pero no dice "te lo dije". Solo saca su teléfono, marca un número y espera. —¿Verónica?— dice, cuando le contestan. —Sí, soy yo. Tenemos luz verde. Diana va a necesitar tu ayuda. Hace una pausa. Me mira, guiñándome un ojo. Cuelga y me lanza una sonrisa amplia. —Mañana a las diez. Te pasa a buscar. No aceptamos cancelaciones. La mañana siguiente, no me despierto del todo hasta que escucho el timbre. Verónica, puntual, llega para que salgamos juntas a preparar lo que, en un mundo extraño, podría llamarse “mi primer equipaje como chica”. Me miro al espejo. No hay rastro de maquillaje, pero ...