Antonio y Martín se follan a la hija de un amigo
Fecha: 12/10/2025,
Categorías:
Hetero
Autor: AntonioSPA, Fuente: TodoRelatos
... marcando el ritmo sin piedad. Encima de ella, Martín seguía follándola con rabia, los huevos chocando contra su coño en cada sacudida. Su cuerpo se arqueaba, sus pechos bamboleaban sin control, sus uñas arañaban las sábanas y también la fornida espalda de Martín.
El campo de visión de Eva era ya mínimo, reducida al vello espeso del pubis de Antonio y al vaivén de su peludo bajovientre, que le rozaba la cara con cada embestida. Sobre su frente, las gotas de sudor de Martín caían una tras otra, mezclándose con la saliva y el calor sofocante que la envolvía por completo.
Antonio la observaba con deseo encendido, viendo cómo babeaba alrededor de su verga, sintiendo cómo la garganta se le contraía en cada empujón.
—Traga, preciosa —susurró, sujetándole la cabeza con más fuerza—. Traga como una buena niña.
Ella obedecía, casi por instinto. Su lengua no paraba de moverse, de acariciar la base del glande, de buscar más. Gemía incluso con la boca llena, y ese sonido ahogado le ponía a Antonio los pelos de punta.
Martín gruñó de pronto, apretando las nalgas con violencia.
—Me corro… joder, me voy a correr…
Y sin más aviso, descargó dentro de ella con una serie de espasmos brutales. La chica se estremeció entera, como si su cuerpo reaccionara a cada chorro. Martín se quedó unos segundos dentro, temblando, jadeando como una bestia tras la caza.
Luego se apartó con un gruñido, salió de la cama y, mientras se sacudía la polla aún goteando, soltó:
—Si te he dejado ...
... preñada, te tomas la putita pastillita de los cojones mañana… que yo no tengo tiempo pa' cochecitos.
Antonio se detuvo. Sacó la polla de su boca y la miró a los ojos. Su rostro curtido por los años y el sol contrastaba con la piel suave y juvenil de ella, una diferencia que añadía un morbo particular al ambiente cargado.
—Es mi turno, guapa. Ponte de rodillas.
Ella, empapada en sudor y con el coño chorreando esperma, se giró torpemente, arrastrándose hasta quedar a cuatro patas sobre la cama. Antonio, con un movimiento deliberado, terminó de quitarse los pantalones, dejándolos caer al suelo y revelando por completo sus muslos poderosos y la polla ya erecta, que se irguió imponente. Después, con un tirón, se deshizo de la camiseta, dejando al descubierto su torso fornido y velludo, una mole de carne curtida que prometía aún más placer y se cernía sobre ella.
Martín se dejó caer en una silla al fondo, desnudo, sudoroso, mirándolos con una sonrisa salvaje.
Antonio se colocó detrás de ella y la embistió sin contemplaciones. La diferencia de tamaños era abrumadora; su polla, gruesa y experimentada, se hundió de golpe en la joven cavidad de ella, húmeda, resbalando fácilmente entre sus pliegues enrojecidos por el uso. La presión de su entrada fue tal que el semen de Martín, aún caliente en su interior, fue expulsado con un sonido húmedo y pastoso, como el de un tubo de pomada siendo apretado. Ella gritó, arqueándose, mientras Antonio empezaba a mover las caderas con ...