1. Antonio y Martín se follan a la hija de un amigo


    Fecha: 12/10/2025, Categorías: Hetero Autor: AntonioSPA, Fuente: TodoRelatos

    ... le reviento la red, vamos. Ese marica no tiene ni media polla.
    
    Fue entonces cuando se abrió la puerta del pasillo y volvió a aparecer en escena la hija casi veinteañera de Benito, estudiante universitaria, siempre sonriente y con ese punto de lolita seductora que descolocaba incluso a los más curtidos.
    
    Eva, así se llamaba, siempre había coqueteado delante de ellos, pero nunca de forma tan descarada como hoy. Su juego era otro: miradas fugaces, una sonrisa ladeada, una exhibición de sus pies justo en el momento oportuno… Una sutileza medida al milímetro, tan discreta que su padre jamás sospechó nada, pero lo bastante evidente para que Antonio y Martín captaran cada gesto como un guiño dirigido sólo a ellos.
    
    —Buenas noches, papá —dijo con dulzura, inclinándose para besarle en la mejilla—. Me voy a la cama, que mañana tengo clase temprano.
    
    Vestía un pantalón corto de algodón que dejaba ver sus piernas tersas y bronceadas, y una camiseta ancha tan corta que, al inclinarse, reveló durante un fugaz instante el contorno de sus pechitos. Martín la miró con descaro, sin molestarse en disimular. Le dedicó una media sonrisa que tenía más de lobo que de amigo de la familia.
    
    —Que descanses, guapa —murmuró él, con la voz más grave de lo habitual.
    
    Ella lo miró de reojo, mordiéndose suavemente el labio inferior. La tensión fue breve, apenas unos segundos, pero ambos sabían lo que había flotado en el aire.
    
    Luego giró hacia Antonio. El cincuentón le devolvió la mirada con ...
    ... una mezcla de picardía y sorpresa. Y entonces ella sonrió, una sonrisa que no tenía nada de inocente. Bajó la vista, por apenas medio segundo, hacia su entrepierna. Antonio, que estaba cómodo en el sofá, con las piernas abiertas y el pantalón algo ajustado por culpa de la postura, sintió ese gesto como una caricia muda.
    
    —Buenas noches, Antonio —susurró ella, antes de desaparecer por el pasillo.
    
    Antonio tardó un momento en parpadear. Luego giró la cabeza hacia Martín, que ya le estaba mirando con una ceja arqueada y una sonrisilla burlona.
    
    Benito seguía sentado en su butaca, algo más apartado, con la vista clavada en el televisor y los labios apretados, completamente absorto en el partido.
    
    Antonio se rascó la barba con parsimonia, bajando un poco la voz al inclinarse hacia su colega.
    
    —Esa chiquilla está jugando con fuego, macho —murmuró, sin quitarle ojo—. Y con gusto haría que se quemara… pero de enterarse el viejo, nos cuelga por los huevos.
    
    —No me jodas, tronco… Si llega a mirarme así en el cuarto de baño, le echo el pestillo por dentro y no sale en un buen rato —dijo Martín, relamiéndose.
    
    Ambos estallaron en risas, pero los ojos seguían fijos en el pasillo, como si esperasen oír unos pasos de regreso.
    
    —Tú di lo que quieras, pero esa sonrisa no era de buenas noches —añadió Antonio, alzando la botella—. Era un “ buenas noches o… hasta luego, si te atreves”.
    
    —Pues debería atreverme, macho —dijo Martín, reclinándose de nuevo en el sofá—. Porque yo ya ...
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