La Abogada del Diablo - Relatos Eróticos

La Abogada del Diablo

... Laura”. Pero que estaba diciendo, que la estaba pasando, acababan de darla una paliza de aúpa, y ella ¿adoraba a aquella zapatilla y a su dueña?

-¡Levante y dame tu cinturón! Te dije que no te protegieras el culo y lo has hecho. Ahora viene el extra. ¡Obedece! – la grito Laura que parecía no tener compasión de la joven.

Diana se levanto despacio, llorando a moco tendido pero obedeciendo como una buena discípula. Se agacho como pudo para recoger los pantalones del suelo y extraer de ellos el cinturón de cuero que tanto la gustaba. Ahora precisamente no la iba a gustar, presentía lo que venía a continuación. Lo saco lentamente de las trabillas del pantalón y se lo ofreció a Laura extendiendo sus manos. Esta lo cogió y lo doblo por la mitad haciendo restallar. El sonido se clavo en los oídos de la joven. Joder, eso si que la iba a doler de lo lindo.

-¡Apóyate sobre la pared y saca el culo para afuera! Prometo ser rápida. – la indico con el dedo índice Laura cinturón en mano.

Diana obedeció sin rechistar y se apoyo sobre la pared con los brazos rectos y su culo bien expuesto haciendo un ángulo de noventa grados perfecto. Jamás antes la habían castigado en esa postura. Giro la cabeza a su izquierda y vio a Laura con la mano izquierda sobre sus caderas, y la derecha con el cinturón doblado y bien estirado. Tiro el brazo hacia atrás y le cruzo las nalgas con el de lado a lado. Una, dos, tres veces. Diana sintió como el culo se le abría en mil pedacitos, como si se lo ...

... estuvieran pelando a base de correazos. Los pechos de Laura bailaban al son de la correa, y Diana se excitaba con ese baile al mismo tiempo que chillaba tras cada correazo. Cuatro, cinco, seis, y así hasta doce correazos que la trasportaron al mismo tiempo al cielo, y al infierno. Tenía el culo que no lo sentía, tenía el culo que hasta la misma caricia la producía dolor.

-¿Has aprendido la lección?, o ¿tendré que castigarte de nuevo Diana? – dijo Laura tirando el cinturón al lado de los pantalones vaqueros de la joven.

-Sino lo he hecho ya se lo que me espera, ¿no? Más me vale. – contesto Diana recuperando la verticalidad y sobándose el trasero con ambas manos con mucho tiento, al tiempo que levantaba primero una y luego otra de sus piernas.

Laura dio unos pasos hacia atrás y se metió las manos por debajo del vestido hasta quitarse las bragas de encaje negro que llevaba puestas. Luego bajo la atenta y desconcertada mirada de Diana se las tiro a la cara. Luego se levanto el vestido por encima de las caderas y la abogada se tumbo en la cama mientras la decía.

-¡Huélelas! Están calentitas y mojadas. Te las regalo, y ahora ven aquí a comerme el coño de una puta vez putita inocente. Aunque de inocente tengas poco.

Diana vio como Laura se abría de piernas enseñándola toda la raja de su sexo, y como una posesa se lanzo a los pies de la cama para comerse aquel maravilloso coño, habiendo olido ya las braguitas de encaje negro que acababan de regalarla y que estaban tan ...