La Abogada del Diablo - Relatos Eróticos

La Abogada del Diablo

LA ABOGADA DEL DIABLO

Diana era una joven estudiante de derecho de veintidós años. Rubia platino de poco más de metro sesenta, delgada, de ojos azules claros y con una voz tierna y dulce que hacía que pareciera una chica inocente e inofensiva, como si jamás hubiera roto un plato. No tenía los pechos grandes ni pequeños, por lo que su culo era la parte de su anatomía que mas la gustaba. Redondito y bien prieto gracias a todo el ejercicio que hacía. Cuando su madre la propuso ir a hacer de canguro a casa de su amiga Laura, esta acepto al instante, sin ni siquiera preguntar cuánto dinero la iba a dar por ello.

Laura era una madre soltera que rondaba ya los cuarenta años, abogada de prestigio y referente para Diana. Había sido la razón por la que decidió estudiar derecho, aunque lo que realmente sucedía era que estaba enamorada de ella hasta la medula espinal, a pesar de que su amor no fuera correspondido. Además como explicar a su anticuada madre que le gustaban las mujeres y no los hombres.

El timbre sonó y Laura corrió a abrir la puerta, sabía que debía ser la pequeña Diana, la amiga de su intima y querida amiga. Cuando en un encuentro casual comento que comenzaría a necesitar a una niñera algunas noches para hacerse cargo de su hija pequeña, y apareció en la palestra el nombre de la joven, la idea no la desagrado. ¿Quién mejor que la hija de una amiga conocida y querida para cuidar de su pequeña?

-¡Hola Diana! Pasa, pasa, se me hace tarde y aun no estoy ...

... arreglada. – la dijo recibiéndola en ropa interior en su lujosa casa a las afueras del barrio.

Diana la siguió por el pasillo hasta el salón, donde la perdió quedándose inmóvil en esa estancia de la casa, aun sabiendo que Laura estaba en su cuarto, pero no le pareció correcto entrar allí tras ella, y más estando esta en ropa interior como la había visto tras abrirla la puerta.

-¡Diana, Diana! Ven entra, tengo que maquillarme. Ven y te comento algo de la pequeña. – grito la abogada desde el cuarto de baño que había dentro de su amplio dormitorio.

-Dime Laura. – dijo Diana entrando en aquella habitación que era más grande que el salón de su casa y su habitación juntas.

-La acabo de dar de comer, y la he cambiado el pañal. Lo mismo no te da nada de guerra, pero aun así te necesito aquí. Gracias por venir cariño. – la comento la abogada frente al espejo mientras se maquillaba.

-Tranquila. Además me vendrá muy bien el dinero. – contesto la joven ruborizada y con los ojos mirando al suelo al ver a aquella pedazo de mujer en ropa interior delante de ella como si tal cosa.

-Bueno, yo creo que estoy perfecta. ¿Qué te parece? – pregunto Laura dándose la vuelta y quedando frente a Diana para que esta viera el maquillaje, mientras ponía sus manos sobre las caderas y flexionaba su pierna derecha en una pose de modelo.

-Estas guapísima, como siempre. – contesto Diana tragando saliva, clavando su mirada fijamente por primera vez en la abogada. – “Madre mía como estaba tía. Que ...