La Abogada del Diablo - Relatos Eróticos

La Abogada del Diablo

... piernas y comenzó a moverla con la intención de despertarla, lo que hizo Diana a los pocos segundos. La abogada comenzaba a estar bastante cabreada.

-¿Se puede saber que es todo esto Diana? – la grito con voz severa.

-Ehhh, nada, nada. Uy creo que me he quedado dormida. ¿Qué hora es? – pregunto Diana soñolienta mientras llevaba su mano izquierda a la espalda al darse cuenta que tenia sujetas aun las bragas de Laura.

-La niña se había hecho caca y por el estado de su culito totalmente escocido debía de llevar bastante tiempo llorando. Y no escondas mis bragas, ya las he visto bonita. – la increpo la abogada con las manos sobre las caderas como hacen las madres cuando regañan a sus hijos.

-¡Lo siento, lo siento Laura! Es que…. – dijo la joven levantándose de golpe sin poder encontrar las palabras para justificar sus actos.

-¡Eres increíble! Jamás me hubiera imaginado esto de ti, te creía más responsable jovencita. Madre mía, si fueras mi hija te iba a dejar el culo mas rojo de lo que lo tiene ahora mismo mi pequeña, que esta escocida de cojones. Ya veras cuando se lo cuente a tu madre. – continuo diciendo Laura, regañándola y soltándola un buen sermón por su conducta.

-¡No! No la digas nada a mi madre, por favor. Ella no sabe que…. – imploro Diana.

-Que te gustan las chicas. Que te gusto yo. Eso es lo que no sabe. Dime, venga dime. – dijo la abogada alzando aun más la voz sin impórtala que la niña pudiera despertase, y con las manos extendidas hacia lo ...

... alto como pidiendo explicaciones.

-Sí. Eso es. – contesto Diana bajando la mirada roja como un tomate.

-Creo que esta es la última vez que cuento con tus servicios Diana. Estoy muy, pero que muy decepcionada contigo. Y lo siento mucho, pero alguna explicación la tendré que dar a tu madre cuando la diga que no te quiero mas como niñera. – sentencio Laura con las manos de nuevo en jarra sobre sus caderas. – Es increíble, y yo cambiándome ante ti quedándome en pelota picada. Te lo habrás pasado de puta madre, ¿no? Pero que hija de puta que eres. Lárgate, mañana hablare con tu madre. Si fueras hija mía…. – continuo diciendo Laura mas cabreada a cada palabra que decía.

-¡Nooooo, por favor! – grito Diana lanzándose a los pies de Laura abrazándola a la altura de las rodillas. – No se lo digas, castígame tú. Si castígame tú. – la dijo llorando a lagrima viva mientras miraba a los pies de Laura y veía las zapatillas granates de estar por casa que llevaba puestas en chanclas, como ella dedujo.

-Si fueras hija mía ahora mismo me quitaba la zapatilla y te daba tal paliza que no te ibas a sentar en una semana a gusto jovencita, asi que no me tientes, levántate y sal de mi casa.

Diana se arrebujo hecha un ovillo a los pies de Laura hasta casi besar sus zapatillas, acariciándolas con las manos.

-¡Lo siento Laura! Sé que lo he hecho mal. ¡Lo siento! ¿Lo siento! ¡Castígame tu! ¡Pégame! Hare lo que quieras pero no… - imploraba Diana.

-Cómo me quite la zapatilla no va a haber ...