La Abogada del Diablo - Relatos Eróticos

La Abogada del Diablo

... mientras contemplaba la huella perfecta que se había auto dibujado de la suela de la zapatilla en su culo. – “Pues pórtate bien, sino quieres que te de con ella de lo lindo. Jajajajajaja” – continuo diciéndose Diana mirándose aun el culo tatuado con la zapatilla.

Tras depositar la zapatilla al pie de la cama junto a la pareja de esta, Diana se tumbo en la cama y encendió la televisión, llevándose las bragas de nuevo a la nariz para seguir inspirando el aroma del amor de su vida. Laura era todo lo que ella quería ser, todo lo que desearía tener a su lado. Quizás no la amara realmente, pero si la idolatraba. Bajo el sonido de la televisión hasta casi ni oírla, cerro los ojos, se recostó en el cama y llevo su mano derecha hasta sus partes intimas comenzando a masturbarse sin soltar la prenda interior de la abogada, sin dejar de olerla. Poco a poco fue entrando en situación, comenzando a gemir de placer al tiempo que imaginaba que no era su mano la que jugaba con su clítoris, sino la lengua de Laura. Al instante era ella la que se veía entre las piernas de la abogada, y era su lengua la que extraía los gemidos de placer de la garganta de la abogada. Y entre imaginarse a una, y otra comiéndose el coñito de la otra, llego a un orgasmo brutal que la dejo súper relajada, hasta el punto de dormirse profundamente.

Eran las dos de la mañana cuando Laura entro en su casa, y lo primero que oyó fue el llanto de su pequeña. Corrió al dormitorio para ver que la pasaba, el resto de la ...

... casa estaba en silencio, en total calma. Cuando abrió la puerta del dormitorio de la pequeña, vio que estaba sola en la cuna, y en cuanto se acerco a ella para cogerla supo que se había hecho caca y lo que demandaba la pequeña era que la cambiaran el pañal. La tumbo sobre la cama y comenzó la tarea quizás más desagradable de tener un bebe, quitarle el pañal tras haberse hecho este caquita. La niña debía de llevar bastante tiempo con aquello allí, estaba escocida y tenía el culito bastante rojo. ¿Cómo no la había oído Diana quejarse? Debía de llevar llorando bastantes minutos.

Una vez cambiada la niña y tras haberla acunado un poquito para que cogiera de nuevo el sueño, Laura se dirigió a su dormitorio para ver si le pasaba algo a Diana. La encontró tumbada en su cama profundamente dormida, con los pantalones medio bajados al igual que las bragas, y su mano derecha acariciando sus partes intimas. Lo peor es que en su mano izquierda tenía sujetas sus bragas. ¿Qué demonios era todo aquello?

Mientras intentaba hacerse una composición de lo que había sucedido allí, se quito los zapatos de tacón y se puso sus cómodas zapatillas de estar por casa. Luego se puso a los pies de la cama con los brazos en jarra mirando fijamente a aquella pequeña damisela. ¿Se había masturbado pensando en ella con sus bragas en la mano? Miro a su alrededor y vio el armario abierto de par en par. Enseguida comprendió que también lo había estado mirando. Con poca delicadeza la cogió por una de sus ...