Y estallaron las estrellas...
Fecha: 25/07/2019,
Categorías:
Infidelidad
Autor: Anónimo, Fuente: RelatosEróticos
... separaron y con los dedos y el gesto me dijo el número... era el 307... Era una fuerza superior a mí, una fuerza que me hizo colocarme un bikini negro que había comprado para la ocasión; un bikini en el cual mis senos apenas quedaban ocultos por el breve tejido y que se enterraba en mi rajita y nalgas, como una segunda piel. Me detuve una vez más ante el espejo. Sonreí coqueta, mi cuerpo aún estaba a plenitud, seguía siendo una mujer llamativa, interesante y de magnificas formas. No tenía nada de qué avergonzarme; y así me lo demostró mi vecino del piso superior. Estábamos en la cama. En realidad muy pocas palabras se habían cruzado entre los dos. Me esperaba con la puerta abierta y sus brazos rodearon mi cintura en cuanto entré, a la vez que cerraba la puerta a mis espaldas. Sus manos recorrieron mis costados al tiempo que su lengua jugaba con la mía. Sentí que los labios de mi papaya se me hinchaban, que los líquidos brotaban de ella como el rocío en una flor mañanera, inexperta. Encontró la argolla que sostenía el sostén y tiró de ella dejándome los pechos desnudos. De inmediato se aparto para contemplarlos. La vena que corría al costado de su frente se hinchó repleta de sangre y de un sólo tirón se despojó de su trusa, quedando con la verga de fuera. Me quedé contemplando aquel inmenso tolete. Su forma ganchuda, me excitó, como si el extenso tronco fuera incapaz de controlar el peso de la cabezota roja, bulbosa y chorreante. Más abajo, los enormes cojones se alargaban ...
... casi hasta medio muslo, repletos de los pelitos negros más largos e hirsutos que jamás hubiera visto. Todo el conjunto era tan maravilloso, que casi pierdo las fuerzas y me desmayo allí mismo. Pero él por su parte me estaba sometiendo a la misma inspección; y sus ojos brillaban como si fueran de fuego líquido, contemplándome el parche oscuro de mi sexo. Me abrí de muslos un poco para que viera mi concha, el clítoris que se elevaba desafiante en el rosado pedestal de mis tejidos íntimos. La contemplación de nuestros cuerpos desnudos duró un largo minuto, hasta que, tomándome por una mano, me arrastró a la cama de su habitación… Desde que caímos en ella, uno al lado del otro, me di cuenta de que aquel hombre era lo que había esperado todos aquellos años... y que mi sueño se estaba convirtiendo en realidad. Me volvió hacia él, de forma que quedamos rostro a rostro y lado a lado. Su verga encajada entre mis muslos, un poco más abajo de la vulva, rozando con su descomunal cabezota mis pétalos vaginales y el clítoris que lanzaba estallidos eléctricos por toda mi carne. Sus labios descendieron por mis labios, siguieron por el cuello, por los senos, trazando la curva de mis tetas con su saliva. Hasta que llegó a los pezones y comenzó a mamarlos uno a uno, deteniéndose largo rato en las puntas, chupándolas para después tragarse todo el globo oscuro del pezón, mamándolo desesperadamente. Nunca me habían mamado las tetas de aquella forma. Yo me estremecía a su lado, pegándole el vientre al ...