Y estallaron las estrellas...
Fecha: 25/07/2019,
Categorías:
Infidelidad
Autor: Anónimo, Fuente: RelatosEróticos
... cabaña apartada, alojarnos en un hotel de categoría en el balneario que escogimos. Como era de esperarse, mi marido sintió los deseos de hacerme suya la misma tarde en que llegamos al hotel. Y como era de esperarse, me desnudó colocándome en sus extrañas posiciones, con su pene flácido, casi sin vida, trepado en mis caderas y tratando de clavármela sin resultados positivos. Yo aceptaba, allí en el lecho, sus avances y posiciones con la mente puesta en la playa cercana, el sol, la risa de los bañistas... todo lo que pudiera apartarme de la detestable escena por la que me veía forzada a pasar. Finalmente mi marido, que estaba a mis espaldas en una de sus posiciones más extrañas, logró soltar su leche aguada sobre mis muslos y se quedó dormido casi al momento. Yo estaba echando chispas. Mi cuerpo ardía de la fiebre del deseo. Me levanté de la cama acercándome al espejo de cuerpo entero, en que segundos antes viera mi figura desnuda y el cuerpo en forma de macarrón de mi esposo. Mis senos altos, llenos y blancos, se movían lentos y tentadores. Me los copé en las manos, moviéndolos al compás del fresco que entraba por la abierta ventana... viendo como los duros pezones se crecían y engordaban hasta convertirse en pelotitas de carne oscura y tierna. Deslicé una de mis manos por el vientre, siguiendo la comba de mi feminidad hasta que los dedos quedaron prendidos en los vellos púbicos, abundantes y espesos que formaban una masa de lujuria animal entre mis muslos. De allí deslicé ...
... dos dedos hasta la entrada de mi vulva y, apartando los protuberantes labios, comencé a introducirlos en mi gruta. Mis dedos se movían en un torbellino de calor y burbujas mientras que me pajeaba... Mis ojos rodaban en las órbitas, contemplando mis senos que saltaban, me gustaba el juego de mis carnes, quizás un poquitín gorda, pero con curvas perfectas para mi edad. ¿Sería posible que toda mi lujuria se consumiera a través de la masturbación, sin saber nada del verdadero placer de un macho con una riquísima verga chorreando leche?... No podía más… Así desnuda, disfrutando de la brisa del atardecer que penetraba por el balcón, salí al mismo. Me senté en una de las sillas de extensión, desnuda, caliente y triste, contemplando mi alrededor, viendo cómo las nubes pasaban sobre mi cabeza y cómo llegaba el anochecer; mis ojos estaban nublados por mis lágrimas, me sentía triste y sola… Y entonces lo vi... Me quedé helada, sin embargo, ya era muy tarde para modificar mi posición. Y de pronto me acordé que estábamos en uno de los pisos inferiores del hotel, y que sobre nuestro balcón estaba otro y otro... pero sobre todo, en el piso de arriba, me contemplaba un hombre con ojos encendidos por la pasión. Calculé que tendría unos 30 años, apuesto, musculoso y sobre todo... con un tremendo bulto entre sus muslos. Los dos nos mirábamos desnudos, sin saber que hacer. Cubrir mi desnudez hubiera sido ridículo... él lo comprendió así, y me indicó que subiera a su departamento... Sus labios se ...