1. Y estallaron las estrellas...


    Fecha: 25/07/2019, Categorías: Infidelidad Autor: Anónimo, Fuente: RelatosEróticos

    ... que mis manos buscaban su cabeza y trataba de enterrar su cara en mi vientre.Él sonrió y continuó bajando.¡Oh, ya sentía el calor de su aliento sobre mis vellos púbicos!.. Sentía como estos se movían al compás de su respiración, al calor de su ardor interno. Mis muslos temblaban y se abrían de lado a lado ofreciéndole mi vulva abierta y empapada en leche; sí, mi rajita rodeada de vellos oscuros, mi cavidad profunda y densa, de tejidos rojos y rosados.¡Ven... ven!... -, pedí.Estaba temblando por completo, todo mi cuerpo estremecido de convulsiones como si tuviera fiebre alta. Sin embargo, cuando esperaba que sus labios se posaran en mi vagina, y que me metiera la lengua y me la mamara, lo que hizo fue meterse entre mis muslos abiertos. Los colocó en sus hombros y al momento sentí que explotaban todas las estrellas del universo, cuando su fierro desgarró mi cuerpo, penetró rampante hasta lo más profundo del canal de mi vagina y comenzó a moverse en acompasados bombeos que mi amante completaba inclinado sobre mis tetas y mamándolas alternativamente.Me abracé a su cuerpo con piernas y brazos, adaptando mis caderas por primera vez en la vida a otro ritmo, más vibrante y más contundente… Mis labios en los suyos, trasmitiéndole los jadeos que escapaban de mis pulmones ensordecidos por el ruido de mi sangre que me estallaba en las arterias... Hasta que al fin lo sentí que se ponía rígido, inmóvil, para después, empujar con todas sus fuerzas. Como si quisiera traspasarme de lado a ...
    ... lado al tiempo que los chorros de su quemante leche burbujeaban en mis ovarios... fue... único. Me llamo Hilda R., tengo 34 años y desde que terminé mis estudios secundarios mis padres decidieron casarme con un anciano ricachón del pueblo en que vivíamos. La boda, claro está, complació a todo el mundo, menos a mi persona. A través de los siguientes doce años, mientras que me desarrollaba como mujer, adquirí la frigidez total en mis relaciones sexuales. Principalmente porque mi marido me lo hacía mediante un manual de posiciones sexuales que se suponía milenario y procedente del Oriente. Me cogía dos veces a la semana, al principio, pasados los años, apenas una o dos veces al mes y cada vez con él era un suplicio. No sólo por su avanzada edad, en que había que pararle el pene a fuerza de besos y mamadas; sino que encima de eso, había que adaptar el cuerpo desnudo a todas las posiciones ridículas que venían en el maldito libro. Claro está que mi marido no tenía la menor consideración por mis necesidades sexuales. Para él yo era solamente un objeto trigueño, bonito, de buenas nalgas y grandes tetas en el cual podía descargar su libido sexual enfermo, mediante aquellas posiciones detestables. Y creo que todo hubiese seguido de la misma manera por otros doce años si la suerte y la casualidad no me muestran que el camino que había llevado todo aquel tiempo, era falso y equivocado... por completo. Nos encontrábamos de vacaciones en la playa. Aquel año decidimos, en lugar de rentar una ...
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