1. El síndrome del oso panda (3)


    Fecha: 13/05/2019, Categorías: Sexo en Grupo Autor: Vero_y_Dany, Fuente: xHamster

    ... caso con una cierta sensación de remordimiento.Cuando nos separamos, cerré la puerta, pero al darme la vuelta, advertí que Vero no estaba. Tomé su bolsa de viaje, y me dirigí al salón. Ya en la entrada, vi sus zapatos en el suelo. Un poco más adelante, a la mitad de camino a nuestro dormitorio, estaba su falda. Me agaché a recogerla. Más allá, su blusa hecha un rebuño. La tomé igualmente, y abrí la puerta de la alcoba. Sus bragas estaban tiradas un poco más adelante, y Vero me esperaba tumbada en nuestra cama, completamente desnuda, con las piernas flexionadas, los muslos muy separados, y los brazos tendidos en mi dirección.Me quité la ropa a tirones, y me tumbé sobre ella. Nos comimos las bocas, con besos que expresaban el deseo que nos consumía a ambos.Me arrodillé entre sus piernas, inclinándome. Puse las dos manos en sus ingles, y me detuve unos instantes a contemplar su sexo; luego enterré mi boca en él. Vero se debatía entre mis brazos, profiriendo pequeños gritos, que se convirtieron en un “¡aaaaaaah!” prolongado cuando comenzó a experimentar las primeras contracciones de un orgasmo.—¡Métemela, Dany! —jadeó—. Llevo deseándolo desde que salí de Barcelona.Me arrodillé sobre la cama, y tiré de ella en mi dirección, hasta que su trasero quedó sobre mis muslos. Llevé mi erección con una mano hasta que el glande quedó en contacto con la entrada de su vagina, y la froté por toda su vulva.—¡No puedo más, métemela ya! —casi chilló, con el rostro contraído por el deseo ...
    ... exacerbado.La penetré de un solo empujón. Me ensalivé los dedos, y mientras empujaba y me retiraba alternativamente, comencé a frotar su clítoris. De alguna manera consiguió incorporarse, abrazándose a mi cuerpo, mientras jadeaba profundamente.Su orgasmo me impulsó a incrementar el ritmo. Su trasero comenzó a oscilar arriba y abajo, mientras chillaba descontrolada, en el paroxismo de su placer, provocando mi eyaculación inmediata.Aún nos quedamos abrazados en la misma postura mucho tiempo, besándonos sin la urgencia de unos momentos antes. Finalmente, deshizo el abrazo, y se dejó caer de costado en la cama.Y entonces las vio. Sus gafas de sol estaban sobre la mesilla de noche en “su” lado de la cama, donde sin duda las había dejado Helga la tarde anterior. Yo no me había dado cuenta. Debí ponerme pálido como un cadáver.—¿Cómo han llegado aquí mis gafas? —preguntó Vero extrañada—. Si me las dejé… —se interrumpió, y enrojeció hasta la raíz del cabello.Pero yo no estaba para advertir aquel detalle. Me consumía el remordimiento, y sentí que no podía disimular, que merecía saberlo.Lentamente, comencé a hablar…8Visita de una desconocida (Dany)7 de junioAquella tarde y noche estaría solo en casa. Acababa de regresar de dejar a Vero en el aeropuerto, camino de Barcelona, donde tenía una amiga que celebraba esa noche la despedida de soltera. Raro, porque la boda se celebraba en Madrid, pero…Le había reservado por Internet habitación en un hotel de cinco estrellas, y al hacerlo, me asaltó la ...
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