Paola Cap I. Infiel por Venganza
Fecha: 31/07/2018,
Categorías:
Infidelidad
Autor: dantestr, Fuente: RelatosEróticos
... sonrisa insinuante de algún hombre de esmoquin, aparte de las miradas asesinas de las esposas, que se recomían de envidia por su físico y por la escasa atención que sus maridos les dedicaban. “¿Cómo se te ocurrió dejarme sola en esta guarida de lobos?”, lo increpó mentalmente. Hasta el barman trató de iniciar un coqueteo que Paola cortó de inmediato. Se sintió tan incómoda ahí, expuesta a esa voracidad, que huyó al privado de damas. Tuvo que esperar un momento, rodeada de mujeres que esperaban su turno, pero al menos se procuró un alivio. Cuando estuvo a solas en el baño, se sorprendió mirándose al espejo. En verdad no podía culpar a nadie por poner atención a la pronunciada hendidura que se formaba entre sus senos. Los tirantes del vestido se tensaban como sosteniendo dos gigantescas perlas; de perfil era notorio que a los tirantes les era imposible tocar la piel de su pecho, debido al volumen de su carga. Entonces empezó a cuestionar su decisión de haber elegido ese vestido. El escote era precioso, pero excesivamente audaz; demasiada piel a la vista, y sus delicados pezones apenas a un par de centímetros del borde de la tela. Sin embargo, se sintió excitada por su propia figura, algo que nunca le había ocurrido. Al verse tan hermosa y provocativa, al sentirse tan admirada y deseada, se dio la libertad de mirarse con otros ojos, y se encontró increíblemente sensual―. “No puedo esperar para estar a solas con Juan Carlos”, se confesó. Estaba ansiosa de descargar ese tumulto ...
... de impulsos que invadía su cuerpo. Sacó su celular de la pequeña cartera que llevaba consigo y marcó su número, pero los tonos de llamado le colmaron la paciencia. ¿Por qué no contestaba? Salió del baño decidida a encontrar a Juan Carlos y convencerlo de que se fueran a casa. Ansiaba mostrarle las virtudes de su vestido nuevo. Buscó rápidamente en la gran sala y en otras habitaciones dispuestas para el entretenimiento de los invitados. Se asomaba fugazmente a cada una, esperando ver la estatura de su marido destacándose entre las demás. Pero su búsqueda fue infructuosa; no lo encontró en ninguna parte. Pensó que quizás estaría en alguna reunión privada típica de los hombres que no soportan que sus mujeres los escuchen divertirse a sus anchas. Pero su marido no era de esos, aunque posiblemente estaba ahí porque le convenía. Convencida de que pronto Juan Carlos la echaría de menos y la buscaría o la llamaría al celular, salió a los jardines con la intención de escapar de las lujuriosas miradas que la perseguían en todas partes. O simplemente a tranquilizarse, se dijo, pues se sentía tan acosada que empezó a pensar que todo ese asedio era en gran medida imaginación suya. A esa hora, los jardines de la mansión se encontraban casi desiertos. Se vio rodeada de prados verdes, adornados exquisitamente con árboles delicadamente podados y muros de ligustrinas que trataban de imitar un laberinto natural. Senderos embaldosados con finas cerámicas permitían aventurarse en ambas direcciones ...