El mejor amigo de una mujer casada
Fecha: 10/06/2018,
Categorías:
Infidelidad
Autor: Rober XL, Fuente: CuentoRelatos
... labios. El olor jugoso y embriagador de mi sexo invadió mis fosas nasales. Sus ojos de deseo y asombro me hicieron sentir orgullosísima de mi propio coño, totalmente pringoso, ávido e inmoral. Mi cara de éxtasis hizo que repitiera esa operación. Entonces yo solté su pene y me llevé la mano a la nariz inspirando con afán su aroma masculino. Eso tuvo que ponerle a cien, ya que noté claramente como su respiración se aceleró. Mientras yo subía y bajaba mi mano agarrando con firmeza la segunda polla de mi vida, él pasó su brazo de manera que pudiese agarrarme uno de mis pechos. -Deja que tu maridito descanse, esta noche yo me ocuparé de ti. Los dedos de Rober chapoteaban en mi sexo. Luego se desabrochó el pantalón y se sacó la polla tiesa y grande, más esplendida, maravillosa de lo que había imaginado. Supe que iba a empezar a follarme, pero le detuve. -¿Qué ocurre? Ahora, te sientes culpable. -No, quiero chupártela antes… Sólo se la he chupado a él, y quiero la tuya. -¿Te gusta? -Ajá… me la comería entera si pudiese. Dije asintiendo con mirada felina y malévola. -Ven aquí, anda. -Gracias… gracias Rober por dejarme chupar tu maravillosa polla. Fingí con voz de señorita fina, me puse a mil interpretando ese rol de sumisión tácita. Él sonrió y se sentó sobre la almohada con las piernas extendidas, mostrándome sus dotes masculinas. Levantó sus musculosos brazos y agarró los hierros del cabecero de forja. Su sonrisa era malvada, sinvergüenza, prepotente, y… tan perfecta. Cuando me ...
... enfrenté a aquel rabo puse los ojos como platos. Era como un mástil robusto, respingón y del tamaño de una banana caribeña de esas con las que todas las mujeres han fantaseado alguna vez. -Es… ufff… -me mordía los labios totalmente fascinada por aquel miembro viril. Lo acaricié con mi mano derecha, arañándolo cariñosamente con mis largas y cuidadas uñas. La imagen de mi alianza de casada pegada a aquellas venas como tuberías me pareció algo casi grosero, pero increíblemente excitante. Aquel jugueteo parecía gustarle mucho a Rober ya que empezó a echar la cabeza hacia atrás. -Los huevos, nena, pasa tus uñas. Y yo arañé aquellos kiwis afeitados con mis uñas, cosquilleando sus testículos. -¿No la querías probar? Por respuesta, se la sujeté por la base con sólo dos dedos, me arqueé, y me la metí en la boca succionando con todas mis fuerzas, saboreándola con pasión. Ya no me importaba que mi marido se despertara y me viera haciéndole una mamada a aquel desconocido, estaba trastornada por el deseo. Una mujer, aun casada y madre tiene necesidades, y aquel hombre irresistible estaba preparado y dispuesto a aliviarlas. Empecé a lamer su polla de arriba abajo, a lo largo, deteniéndome en la cúspide para saborearla. Su glande era gordo, esponjoso como un boletus, y yo lo saboreaba en mi boca con verdadera delicia. Después traté de meterme todo lo que pude y aún sobresalía casi la mitad. -Mmm… Está buenísima, que pena que no me quepa. -Eso te gusta ¿verdad? Que no te quepa… ¿a que sí? -Sí. ...