Los casos de Berenice Vineyards (vol. 2)
Fecha: 24/09/2017,
Categorías:
Otras Categorías,
Anal
Autor: juliomarkov, Fuente: CuentoRelatos
... agente manoteó el picaporte de la puerta y la cerró violentamente. El sujeto la soltó y rugió de dolor: la puerta le había apretado el brazo y se lo había dejado inútil. Vineyards abrió la puerta y remató con un certero golpe de puño en pleno rostro que derribó a su contrincante. Luego corrió rumbo a la habitación de las chicas. Noventa y nueve por ciento desnuda como estaba, atravesó el pasillo para verificar que aquellas ya no estaban: habían sido arrebatadas de sus camas con total éxito. El señor y la señora Gambardella salieron de su habitación y llegaron presurosos al lugar, en donde se enteraron de lo sucedido. La escena pudo haber sido extremadamente dramática debido a lo grave de la situación. Los Gambardella pudieron haber llorado y clamado por sus hijas hasta la desesperación, o enfadarse y vituperar contra la seguridad contratada, si no fuera porque en ese momento Berenice se paseaba en tanga por el pasillo pidiendo apoyo por teléfono. Al señor Gambardella casi se le salen los ojos de la cara al contemplar la voluptuosidad de la agente. Las tetas y el culo de la petisa lo hicieron olvidar por un momento de sus amadas hijas. Su esposa pudo haberle pegado una bofetada por desubicado y baboso, si no fuera porque también ella quedó embobecida con el cuerpazo de Vineyards, como no pudiendo creer tanta fortaleza concentrada en un cuerpo tan pequeño. Justo cuando Berenice finalizaba su llamada, el guardaespaldas salió furioso de la habitación y arremetió contra ella ...
... buscando venganza. La tomó del cuello –por tercera vez– con el brazo que todavía le funcionaba. El hombre acorraló a la agente contra la pared y presionó con más fuerza que antes. Pero Berenice fue más fuerte: tomó, con sus pequeñas manos, la muñeca del atacante y lentamente las fue separando de su cuello. El hombre intentó con todas sus fuerzas, su brazo temblaba y su rostro enrojeció por el esfuerzo, pero la rubia parecía de acero. Ella fue girando las muñecas de su agresor y, cuando éste quedó con su brazo estirado, con la palma de la mano hacia arriba, le propinó un golpe seco sobre el codo, de abajo hacia arriba, partiéndole el brazo en dos. El hombre lanzó un enorme alarido y cayó al suelo en donde quedó revolcándose de dolor. Su brazo había quedado como una ele, con el codo doblado al revés, en una fractura que resultaba estéticamente impresionante. Dolía de sólo verlo. Ya con el guardaespaldas vencido y dando desesperados gritos de dolor, Berenice miró a los señores de la casa y les dijo que no se preocuparan, que encontraría a sus hijas y se las devolvería sanas y salvas. El señor Gambardella, estupefacto, apenas atinó a contestarle a la sensual agente con un leve gesto, la señora Gambardella ni siquiera eso: no podía dejar de mirarle las tetas. Berenice regresó a su habitación y comenzó a vestirse; los dueños de casa le siguieron los pasos. La agente notó la baba cayendo de las bocas de la madura pareja tejana y supo que ella era la responsable, entonces se vistió ...