1. Mi sobrino me quiere violar


    Fecha: 26/11/2025, Categorías: Incesto Autor: Princesa cruel, Fuente: TodoRelatos

    ... brazo, como solía hacer cuando empezábamos a salir, y sentí que él se sorprendía por el gesto. Me apreté contra él, dejando que el cuerpo hablara por mí, aunque por dentro la cabeza siguiera yéndose a otro lado. Nos dimos un beso largo en una esquina.
    
    Fue una linda noche.
    
    Volvimos a casa en silencio, con el equipo de música suave de fondo. Fabricio manejaba tranquilo, y yo miraba por la ventana sin decir nada. Al llegar, notamos enseguida que Enzo no estaba. El living estaba a oscuras y no se escuchaban ni pasos ni música.
    
    —Parece que salió —dijo Fabricio.
    
    Yo asentí, caminando hacia la cocina sin mirar demasiado. El lugar tenía ese silencio raro que se instala cuando alguien falta, como si la casa supiera que había una pieza desordenada.
    
    —Está bien que salga un poco, ¿no? Ya está grande —agregué, tratando de sonar despreocupada.
    
    —Sí… espero que no se meta en quilombo otra vez. Es calentón, viste cómo es. Pero bueno, con suerte aprende.
    
    No respondí. Abrí la heladera y me serví un vaso de agua, sintiendo cómo el frío del vidrio me devolvía algo de lucidez. Pero en lugar de calmarme, el silencio me despertó una inquietud distinta. ¿Y si estaba con Sabrina?
    
    El solo pensarlo me provocó un ardor en el pecho, una mezcla de celos, rabia y algo peor: inseguridad. Fui al cuarto sin decir más nada. Me tiré en la cama con el celular en la mano y abrí el chat con Sabri.
    
    “¿Estás con Enzo?” escribí, y me quedé mirando la pantalla.
    
    Pasaron cinco minutos. ...
    ... Nada.
    
    “Solo quiero saber si se vieron”.
    
    Tampoco respondió.
    
    Me quedé en silencio, con el corazón apretado, con esa sensación fea de no tener el control de nada. No entendía por qué mierda me ponía así. Yo sabía que se había cogido a Sabrina, y que seguramente lo iba a volver a hacer. Además, el pendejo debía estar flasheando con la idea de cogernos a las dos a la vez. Entonces, no sé por qué tenía que sentirme como una novia cornuda. Hacía mucho que no me sentía así. Ni siquiera con Fabricio, sabiendo que me había cagado, me sentía perseguida cuando no estaba conmigo. Pero ahora… Bueno, no sería la primera ni la última vez en que estuviera emocionalmente confundida. Solo que no esperaba que me sucediera a mis veintisiete años.
    
    Eran más de las doce cuando escuché que se abría la puerta. El sonido me sobresaltó, no porque no supiera que Enzo podía volver a cualquier hora, sino porque llevaba casi media hora nadando sola, en silencio, con la pileta iluminada por los faroles del fondo y el cielo completamente despejado. Nadie me esperaba ahí. Nadie me molestaba. Bueno, al menos eso era así hasta que Fabricio trajo a su sobrino a casa.
    
    Frené el braceo, me quedé quieta, con el agua hasta el pecho. Enzo apareció en el patio del fondo. Llevaba una campera deportiva abierta, y debajo una remera ajustada, negra, que le marcaba los músculos como una segunda piel. Se la sacó apenas cruzó el umbral, dejándola sobre una silla, y después caminó hasta el borde de la pileta sin decir ...
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