Las aventuras de María IV - Relatos Eróticos

Las aventuras de María IV

Siento la tardanza pero en este tiempo el trabajo me ha absorbido completamente.

Continúo con mis andanzas.

Muy recomendable leer antes los relatos anteriores porque hay referencias en este que difícilmente se pueden entender sin hacerlo. Espero que os guste, os pongo los enlaces para que os sea más sencillo encontrarlos

Las aventuras de María/ aventuras de María II/ aventuras de María III/ Fer le había visto en alguna quedada sin prácticamente cruzar una palabra. Intentaba buscar su mirada pero pocas veces coincidían y cuando ocurría todo mi plan se caía y retiraba la vista, llena de vergüenza y sin saber qué hacer. Cada vez las salidas con las de la universidad bajaban de frecuencia, hueco que ocupaba quedando con Lorena.

Durante esos meses, ya no salía por Tribunal o Malasaña, prácticamente cada finde me podías encontrar trasnochando por discotecas, llegando de día a mi casa o a su casa para no dar explicaciones. Nos hicimos asiduas de Pachá, Kapital y algunas otras más, si no queríamos ir al centro íbamos por el Barrio del Pilar, que en taxi son 10 minutos.

No sólo cambié mis salidas, empecé a fumar y no tabaco precisamente, Pablo era quien me facilitaba lo que quería. Alguna noche entre los tres compartíamos humo y risas, luego Lorena y yo nos íbamos al cuarto a calmar nuestras ganas.

Aprendimos a conocer ...

... nuestros cuerpos, casi éramos capaces de predecir los deseos de la otra y sin duda los cumplíamos. Los roces, abrazos y besos ya no eran tímidos, eran instrumentos de placer. Nuestras sesiones siempre daban paso a mordiscos, magreos y muchos orgasmos. Nos masturbábamos la una a la otra hasta corrernos, rozábamos nuestros sexos hasta que nuestras piernas se cansaban y Lorena prácticamente en cada sesión acababa comiéndome entera, yo seguía sin hacérselo, me sentía mal por no darle lo que ella me daba, pero de verdad no podía. Se lo compensaba con todos los besos, caricias que merecía y con un último dedo antes de dormir.

Cada finde que pasaba, más ganas tenía de volver a estar con un chico, me gustaba la relación que tenía con Lorena y acababa satisfecha pero no terminaba de llenarme. Cuando salíamos dejaba que se me acercaran chicos y poco a poco empecé a enrollarme con algunos de ellos. Ya no les paraba los pies ni las manos, al agraciado de turno le dejaba que me tocase mientras nuestras lenguas se peleaban por meterse en la boca del otro. Alguna vez notaba alguna mirada más indiscreta a mi cuerpo mientras me besaba y era porque mi falda o mi top dejaba al aire algo que no debería verse.

A primeros de abril, Lorena quería celebrar mi cumple a lo grande. Alquiló un local por Canillas, no sé cómo lo hizo pero invitó a muchísima gente, amigos de mi colegio, del instituto y para hacer un poco de bulto les dijo que invitaran a quien quisieran. Según me contó después asistieron ...