Madre desolada
Fecha: 12/10/2025,
Categorías:
Incesto
Autor: ventura, Fuente: TodoRelatos
... siempre que tu lo consientas.
¿Que le contestaba? Lo de que era yo su madre ya estaba dicho y no servía. Por otro lado nunca había sentido ese goce en un beso. ¿Y si le permitía continuar? ¡Qué demonios! No sabía donde llegaríamos, pero me sentía muy a gusto en su compañía. Así que di mi consentimiento uniéndome a él con un beso.
A ese beso se le unió el cogerme en brazos y llevarme a su habitación. Era sublime la delicadeza con la que me aposentó en la cama y como fue desprendiéndome de la ropa que llevaba hasta solo dejar puesto en mi cuerpo el sujetador y las bragas. Unas palabras le acompañaron a esa visión de casi mi total desnudez.
-Tal como siempre te he visto, tienes un cuerpo divino y el poder contemplarlo y admirarlo es una gran suerte par mí..
Si mi cuerpo era admirable no podía decir lo contrario del de mi Raúl. Su desnudez dejaba a la vista su esbelta figura. Si que tenía un gran parecido a ese salvaje que prácticamente me violó, pero su comportamiento no tenía nada que ver. Esa dulzura y suavidad con la que tocaba mi cuerpo era una delicia y en verdad me producían escalofríos todas esas caricias. Sus labios fueron desplazándose sobre mi cuerpo y llegando a los pechos. Con delicadeza sus manos hicieron desprenderme del sostén para lamer mis pezones haciéndomelos endurecer. Yo me encontraba en una nube no podía por menos que gozar ante esas caricias y me entraban hasta temblores. Sus labios siguieron desplazándose por el resto de mi cuerpo hasta ...
... llegar a su parte más intima. Faltaba desprenderme de las bragas, pero antes sentí su voz susurrante y decirme con delicadeza:
-Me gustaría entregarme a ti sin reservas, siempre y cuando tú lo desees y te agrade recibirme.
Era llegar a la cima y mi cuerpo deseaba con ansiedad recibir todo de él, pero... ¿Estaba mi mente preparada para que mis partes íntimas fueran poseídas por ese ser tan querido llamado Raúl, olvidando que era mi propio hijo? Observé como su mirada estaba pendiente a lo que mi boca emitiera y el ver, no a mi hijo, sino a un hombre que me estaba produciendo el mayor placer que me podía imaginar, no pude por menos que decir:
-Raúl, mi vida, si en verdad lo deseas, soy toda tuya.
Mis bragas desaparecieron de mi cuerpo y tanto mis genitales externos como internos los tenía a su merced. Su boca comenzó a recorrer mis órganos sexuales hasta llegar a los labios menores donde su lengua se explayaba produciéndome tal sensación que mi boca no dejaba de emitir tales gemidos de satisfacción que no pude por menos que exclamar:
-¡Ay, mi vida..., dámelo todo!
Dichas estas palabras se incorporó me miró a los ojos y en ellos solo podía vislumbrar mi deseo de ser suya. Mis labios recibieron un nuevo beso y lo que siguió me faltan palabras para expresar lo que sentí, pero si decir que me colmaron de felicidad.
Puedo decir que el llegar a sentir su pene en la entrada de mi vagina me produjo escalofríos, pero no eran para que frenase su introducción a lo largo de ...