Madre desolada
Fecha: 12/10/2025,
Categorías:
Incesto
Autor: ventura, Fuente: TodoRelatos
¡Madre mía! Quien me iba a decir el producirse, después de veintidós años, otro giro en mi vida tan inimaginable y sorprendente. No me podía creer que además los dos hechos surgieran en la celebración de la noche de san Juan.
Pero, bueno, mejor será que relate que sucedió en esa verbena de san Juan, como digo hace ya un porrón de años, aunque siempre tenga grabado en mi mente ese recuerdo. En ese tiempo acababa de cumplir los dieciocho años y este hecho me hacía sentir ser una mujer con el derecho a decidir todos mis deseos y antojos, No cabía duda que el deseo en esa noche verbenera era no tener límite de horario para llegar a casa.
Desde luego, junto a mis amigas, teníamos toda la noche por delante para nuestro disfrute y pasarlo en grande. Y allí nos encontrábamos en plena verbena envalentonadas, dando rienda suelta a nuestros cuerpos bailando e ingiriendo alguna bebida a la que no estábamos acostumbradas. Entablamos conversación con unos jóvenes por completo desconocidos y sí que parecían ser algo más mayores que nosotras, pero estaban de muy buen ver y no nos importó formar grupo con ellos.
Teníamos ganas de divertirnos y nuestros acompañantes colaboraron en hacer que la noche fuera fenomenal y en verdad que así fue, hasta tal punto de formar cada una de nosotras pareja con aquel que nos parecía el más apropiado. Mi compañero me tenía deslumbrada, era alto, guapo y era tal la atracción que ejercía sobre mí que no le impedí el llegarme a besar.
En verdad ...
... que estaba hechizada, porque todavía no entiendo como y porqué me dejé llevar hasta su coche, más bien una pequeña furgoneta, que tenía aparcado no lejos de la verbena e invitarme a entrar en ella. La parte trasera de esa furgoneta no era visible desde fuera por lo que nadie nos podía ver y en ella nos acomodamos. Yo seguía alucinada de mi comportamiento al dejar que mi cuerpo recibiera sus caricias, aparte de permitir que sus labios se posaran por completo en los míos. Mi compañero siguió con sus tocamientos hasta tal punto de querer llegar a poseerme y desde luego para eso no estaba preparada e intenté que desistiera diciendo: “basta, basta ya..., no sigas...” Fue inútil, por mucho empeño que puse en querer deshacerme de su cuerpo, era tal la fuerza de ese monstruo que me atenazó por completo y aunque me puse a sollozar, a la vez que gimoteaba “no..., por favor, por favor...”, su pene consiguió hundirse en mi vagina.
Un potente bufido es el que llegué a oír, al mismo tiempo de dejar de estar atenazada, para después escuchar de su boca:
-No me digas que no te he hecho gozar. Esas lágrimas que te han salido eran de puro placer.
Me puse a gritar y al momento tuve su mano en mi boca, para después exclamar:
-¡Hala, ahora te vas a ir a tomar por el culo y ojito con lo que cuentas. Tu has venido aquí porque has querido!
No podéis imaginar como salí de esa furgoneta. Estaba por completo angustiada, desolada y como no, violada. No sabía donde ir hasta que mis pies me ...