mi esposa me engañaba
Fecha: 24/04/2018,
Categorías:
Infidelidad
Autor: Anónimo, Fuente: SexoSinTabues
... de un modo frenético, mientras los demás absortos en el baile, no se daban cuenta de la gran chimada que le estaban metiendo a mi mujer. Los gemidos y jadeos que salían de su boca, no se podían oír por el escándalo de la música, pero tantas veces había cogido a aquella mujer, que no necesitaba escucharla para oír sus gritos de placer y sus gemido. El muchacho le subió la blusa, hasta dejar que sus pechos se bambolearan a sus anchas al aire libre y con sus manos inexpertas, le estrujaba las chiches con tal fuerza, que supuse que le iba a dejar moretones. Vi el rostro de mi esposa y ya no aguantaba más, iba a tener un orgasmo, sus caderas se movían tratando de introducirse el pene y no dejar ni un centímetro sin ser metido y el muchacho le daba con fuerza a lo que ella respondía con gemidos apagados por la música. El rostro de mi esposa explotó y deduje con certeza, que había llegado al orgasmo, aunque al parecer el muchachito no pudo venirse, así que ella siguió moviendo sus enormes y sensuales caderas de una forma poderosa, introduciéndose aquel pene, para darle satisfacción a su amante de ocasión. El rostro del chico reflejo una gran emoción, cuando por fin, luego de unos cinco minutos después, llego al clímax. Luego de eso, ella se compuso la ropa y jaló de la mano al muchacho y lo llevó a la mesa. Allí al parecer, se intercambiaron teléfonos o facebooks talvez y ella sacó de su bolso, el calzón que le había quitado el muchacho y se lo puso en la mano. El joven tomo ...
... el calzón y se lo metió al bolsillo delantero, del pantalón, donde según recuerdo se había metido el brasier que yo le di y ella le dio un beso en la mejilla y salió. La seguí con la mirada y la vi salir del establecimiento, comencé a caminar y antes de salir a la calle, la vi abordando un taxi. Cuando yo llegué a la casa, ella ya estaba acostada y bañada, yo entré al baño y al salir, tomé mi almohada, un edredón y me fui al cuarto que fue de mi hijo. Toda la noche disfruté de la imagen de mi mujer siendo penetrada, por aquel muchacho en ese salón repleto de personas que en ese frenesí de baile, no les permitía observar la escena erótica que se estaba desarrollando frente a sus narices. A lo mejor algunos se dieron cuenta y no le pusieron importancia o a lo mejor nadie los vio, pero yo sí y lo goce en demasía. A la mañana siguiente, mi esposa andaba muy seria conmigo, pero de todas formas le pregunté a qué hora había llegado y dijo que solo la llamé y se fue a la casa. Según ella, yo me había atrasado en la calle por alguna otra cosa y me mentía, para que yo le creyera que ella llego al rato de dejarla en la disco. ¿Cuántas mentiras me habría dicho durante los casi veinticinco años de casados, cuantas mentiras le había creído durante todo ese tiempo? No sé, pero ahora me estaba dando cuenta que ella me mentía demasiado y no sabía que ahora era yo el que le iba a mentir y la iba a disfrutar, viéndola hacer muchas otras cosas. Luego les cuento otro poco de esta historia.