1. mi esposa me engañaba


    Fecha: 24/04/2018, Categorías: Infidelidad Autor: Anónimo, Fuente: SexoSinTabues

    Mi esposa es como muchas esposas maduras, gordita, con defectos, sin carnes super firmes, pues es madre de tres hijos y tiene casi cincuenta. Pero es mujer y siente y puede hacer sentir. Así que esta historia, puede ser una historia que le puede suceder a cualquiera y cualquiera puede si quiere, disfrutarla o sufrirla. Era ya algo tarde, las nubes de lluvia que se alejaban, le daban a esa hora del día, un aire de melancolía y el olor a lluvia llenaba todos los rincones de las casa. Cuando llegué, no llegué haciendo ningún ruido, no por algún motivo en especial, sino porque estaba tan ensimismado en mis asuntos, que no hice el menor ruido. Todavía se oían de vez en cuando, los imponentes truenos de los rayos que en algún lugar no muy lejano, acompañaban a la tormenta. Desde que mis hijos se fueron de casa, el silencio que impera en ella me aterroriza y me llena de nostalgia por aquellas risas y conversaciones ausentes. Pero en aquel silencio, un pequeño ruido como jadeos opacados y respiraciones profundas, se distinguían claramente, aunque muy callados. Caminé a donde escuchaba aquel murmullo y llegué hasta nuestra habitación y allí estaba el motivo del ruido. Mi esposa tenía visita, yo no sabía de su aventura y ella no se dio cuenta que la observaba disfrutando con aquel desconocido para mí. Mi corazón casi se escapaba de su lugar y sentí como que las piernas no me respondían y reí caer. No sabía qué hacer, por un momento, la rabia invadió mi mente y quería matarlos, pero ...
    ... poco a poco la situación se fue transformando en algo casi placentero. ¡Ver a mi esposa teniendo sexo en mi cama! Eso era una situación que había fantaseado hacía unos años, pero nunca se dio, porque mi esposa decía que ella no podía tener sexo con otro que no fuera yo… ¡Ja!... ¡no será! Pero allí estaba de perrito y disfrutando de las envestidas que el tipo le daba. Decidí no hacer evidente mi presencia y en silencio observe desde la penumbra del corredor y a través de la rendija de la puerta, como se cogían a mi mujer, la que hasta hace unos segundos, creía fiel y pura. La sesión duró unos veinte minutos en los cuales ella no dejo de jadear y pedir en vos muy queda, como queriendo no dar evidencia de su infidelidad, que se la metiera más duro. El tipo no era mejor parecido que yo y no más dotado, era en términos generales un tipo normal. Alguien como cualquiera y sin embargo, ella estaba disfrutando como loca aquella chimada que le estaba metiendo el tipo ese. De pronto ella le ordenó, que le diera más duro y empezó a gemir y para evitar el ruido, se cubría la boca con la almohada, mientras pedía a gritos casi inaudibles por la almohada, que le metiera la verga, sí, así mismo, “meteme la verga”, le gritaba. ¡Qué cosas! Yo siempre le pedí que me dijera esas cosas y nunca se atrevió, pero a él, se lo ordenaba a grito tendido. Ella se vino y mientras se venía, el tipo también se vino dentro de ella, quedando los dos exhaustos acostados en la cama y en eso me di cuenta que el tipo ...
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