Caso sin sitular LX: resaca del año nuevo chino
Fecha: 29/08/2025,
Categorías:
No Consentido
Autor: AcechadorLD, Fuente: TodoRelatos
... dos hombres que le acompañaban en el asiento de atrás extendían sus manos para darle cada uno un billete al jubilado, que los tomó con un rostro asombrado y, a la vez, con lo que le pareció una cierta ansiedad.
Debía de ser parte del sueño, porque le pareció que le entregaban billetes de color verde, de los de cien euros, y eso sobrepasaba cualquier carrera que pudiera hacer... de hecho, posiblemente incluso la suma de todas las carreras que hubiese podido hacer en esa noche.
Volvió a dormirse cuando el automóvil arrancó de nuevo, pues estaban en un semáforo y, entre el parón y el movimiento de los cuerpos a sus lados, fue lo que le había producido la salida del mundo onírico.
Cuando despertó de nuevo estaba reclinada, prácticamente caída sobre el regazo de José Manuel, babeándole sin querer sobre una entrepierna en la que podía notar algo que parecía agitarse con un ritmo fijo.
- Lo... lo siento... -dijo ella, con una voz pastosa que casi no reconocía como suya, por culpa del alcohol y el sueño.
- No te preocupes, pequeña -contestó él y la joven ni siquiera se fijó en las palabras que usó, por un momento desconcertada al ver como el taxi giraba por detrás de un antiguo templo egipcio, muy lejos de la ruta a su casa.
- ¿Qué hacemos...? -comenzó a preguntar, pero una mano apretándole la muñeca interrumpió la frase.
- No te preocupes... Herminio nos va a enseñar uno de sus lugares secretos -le aclaró, como queriendo tranquilizarla, Isidoro.
- Ya he ...
... bebido mucho -declaró ella, confundiendo la situación e imaginando que los llevaba a algún local de ambiente.
- Has nacido para bebértelo todo -dijo, en un tono burlón, el menor de los cincuentones, sin que ella lograse entender de lo que hablaba.
De repente, pararon en una zona oscura, por detrás de la populosa zona que rodeaba el templo, y los dos maduros se abalanzaron sobre ella como lobos hambrientos.
Antes de darse cuenta, los cinturones de seguridad habían volado, liberando los cuerpos del asiento trasero del taxi.
Isidoro la atrajo hacia sí, cogiéndola con fuerza por los hombros y haciéndola inclinarse hacia su posición, a la vez que las manos de José Manuel tiraban del vestido hacia arriba, dejando a la vista no sólo el nacimiento de sus muslos, sino el tanga con que cubría su entrepierna.
La sorpresa fue total, medio adormecida, atontada por el alcohol y en un lugar completamente desconocido para ella.
- ¿Qué?. No... -acertó a decir, antes de escuchar el sonido de un cinturón abriéndose justo a su lado.
El pánico la dominó.
Intentó levantarse, a la vez que mover brazos y piernas para separar esos cuerpos del suyo, pero en vano.
Los dos hombres sabían muy bien lo que querían y nada les impediría lograrlo.
- Relájate, zorrilla, si en el fondo sabes que te va a gustar -sentenció José Manuel, quien, cogiendo con una manaza el tanga de la veinteañera, se lo arrancó de un brusco tirón, dejando desprotegida su entrepierna.
- Llevo deseando ...