Caso sin sitular LX: resaca del año nuevo chino - Relatos Eróticos

Caso sin sitular LX: resaca del año nuevo chino

... vez en cuando, soltaban algún comentario inadecuado o hacían preguntas que sobrepasaban lo laboral para adentrarse en el ámbito personal, claramente mirando más allá de un interés social normal... y eso sin contar alguna vez que había visto que alguno buscaba crear momentos de una cierta tensión, llegando a frotarse con las jovencitas universitarias.

Y, como ya le había pasado durante la fiesta de empresa de la época navideña, en ésta otra cena también tuvo que lidiar con que varios de sus compañeros le insistieran para consumir alcohol en exceso, incluso casados o que no pertenecían al grupillo con quien normalmente tenía que estar más atenta.

Lo peor vino durante los brindis con baijiu, que no pudo evitar y, después, reclamada por su voz especialmente seductora, fue llamada un par de veces a subirse a un improvisado escenario en la sala privada y, entre canciones de karaoke y un ambiente cada vez más desenfadado, al final entre unos y otros lograron que bebiera más de la cuenta.

Casi le sorprendió a ella misma el aguantar hasta el final, pero logró llegar al momento en que se despidieron de sus asociados asiáticos.

Hubo algunos que ofrecieron continuar la fiesta en una discoteca cercana, pero Alina no se sentía con ganas y, además, se daba cuenta de que había sobrepasado su límite con el alcohol estando con la gente del trabajo y no deseaba ponerse en evidencia o dejarse liar de alguna forma.

Todavía hasta ahí llegaba.

Entonces paso a la siguiente fase, ...

... la de esquivar a los que se ofrecían a llevarla hasta casa, incluyendo algunos que no habían precisamente mantenido la sobriedad.

Tampoco le apetecía compartir taxi, porque...

- ¡Alina! -interrumpió sus pensamientos José Manuel, uno de los directores del proyecto-. Ven, por favor.

- ¿Qué sucede? -preguntó, acercándose al maduro directivo.

- Tú vives por Cuzco, ¿no es así? -participó en la conversación Isidoro, uno de los principales directivos que organizaba los enlaces del mercado asiático.

- Sí -admitió a regañadientes la joven, porque no era algo que fuese un secreto, aunque no era algo que le gustara ir facilitando a todo el mundo en su trabajo.

- Te vienes con nosotros entonces -decidió por ella Isidoro, quien, siendo un hombre que había sobrepasado la mitad del espacio que separaba los cincuenta de los sesenta, solía actuar así, como una típica política de hechos consumados.

El mayor de los dos hombres parecía sentir una gran inclinación a mantener todo bajo un control absoluto y estaba acostumbrado a que las cosas se hicieran siempre como él decía, por lo que al final, más por evitar un momento de tensión que por otra cosa, su cabezonería solía imponerse en la mayoría de los casos.

Ese fue uno.

Ni siquiera cogieron el primer taxi de la fila, sino el tercero y último, con las consiguientes miradas rencorosas de los dos primeros conductores quienes, pese a saber que tenían las carreras de esa noche garantizadas en ese punto, se molestaban por ...