1. Todos tenemos nuestras historias


    Fecha: 16/06/2025, Categorías: Confesiones Autor: Analucy Torelo, Fuente: CuentoRelatos

    ... la hora de irnos.
    
    Al llegar a casa y despedir a la niñera, Nos encontrábamos en la alcoba, Gustavo mantenía una actitud reservada y se le notaba molesto.
    
    –¿Qué sucede? –pregunté.
    
    –No creo que tu historia termine como me has contado.
    
    –Estoy seguro de que te lo cogiste.
    
    Harta de su comportamiento, no lo pensé y decidida confesé el resto de la historia.
    
    Una semana después le permitieron dejar el hospital, fuimos en grupo a visitarlo un par de veces, Él parecía más animado. Aún no debía levantarse de la cama y su pierna derecha seguía sujeta por un dispositivo ortopédico.
    
    En mí última visita fui sola, su madre nuevamente regresó a trabajar y él se alegró de verme. Hablamos un poco, pero no mencionamos la última ocasión en el hospital, sin embargo, al estar solos otra vez, su pesadumbre volvió a hacerse presente. Lamentaba profundamente saber que su vida de deportista se había terminado.
    
    Me acerqué a él y dejé que me besara suavemente. El beso se intensificó y volví a sentirme excitada. Dirigí mi mano a su entrepierna. Esta vez no nos interrumpieron. Me di cuenta de que su verga era mucho más grande de lo que pensé la primera vez. Era muy gorda y larga; su glande parecía un hongo enorme. Mi piel lo deseaba, mi coño se humedeció, yo me dejé llevar.
    
    Sus manos hábilmente desabotonaron mi blusa y acariciaron mis pechos sobre el sostén. Retiré la manta que lo cubría y me dirigí a su entrepierna. Saqué su magnífica verga por la apertura del bóxer para ...
    ... pajearla. Nunca fui muy amante de hacer el sexo oral, así que solo lengüeteé y besé su miembro un par de veces.
    
    Su falo duro sobresalía entre mis manos y un ligero líquido traslúcido asomaba por la punta. Abrí mis jeans y los retiré al igual que las bragas. No recuerdo muy bien cómo, pero cuidadosamente subí a su cama y abriendo al máximo las piernas logré esquivar su pierna rota y el aparato que la sujetaba. Él hábilmente dirigió su verga a donde pudiera montarla.
    
    Empecé a sentir como milímetro a milímetro se introducía en mí. Él libero mis tetas y las besaba con fruición, mordía ligeramente uno de mis pezones mientras yo lograba recibir más de la mitad de su tranca.
    
    Me sentía llena por completo, su miembro estaba muy adentro de mí y su lengua no paraba de jugar con uno de mis pezones. Una de sus manos acariciaba mi trasero y la otra me tenía muy fuerte por el otro seno.
    
    Cuando estuvo dentro por completo, empecé a moverme lentamente hacia arriba y abajo, yo debía hacer todo el esfuerzo y empecé a sudar copiosamente.
    
    Empezamos a gemir, yo quería montarlo con fuerza, restregar con vigor mi clítoris contra su polla, pero me contuve para evitar golpear su maltrecha pierna.
    
    Lentamente me moví arriba, abajo adelante y atrás, me concentré en sentir cada ligero movimiento. Así seguí un buen tiempo, sentí lentamente que el orgasmo estaba cerca. Él había hecho un gran esfuerzo para no correrse, intuí que también iba a terminar.
    
    Me corrí primero, apenas. En mitad del ...