Todos tenemos nuestras historias
Fecha: 16/06/2025,
Categorías:
Confesiones
Autor: Analucy Torelo, Fuente: CuentoRelatos
... empezaba a suceder.
Noté que Issac y Gustavo se habían separado por lo que la conversación entre Tim y yo sucedió bajo la mirada inquisidora de mi marido, tal vez Elena lo percibió igual e invitó a Tim a bailar y yo regresé con mi esposo a una mesa alejada de la pista, en un rincón.
Para entonces Gustavo ya había tomado un poco más, quizá más que un poco.
–¡Confiesa que te lo follaste! –Soltó bruscamente.
Un poco ofuscada por su brusca manera de expresarlo, no estaba segura si era una buena idea contarle, pero decidí evitar una escena de celos delante de mi viejo grupo de amigos.
–De acuerdo te contaré.
Como ya has escuchado, Tim fue el deportista del grupo, siempre fue el capitán del equipo de basquetbol y de el de futbol. Yo no sabría decirte si su nivel le hubiese permitido vivir del deporte, pero hace 20 años, muchos pensábamos que sí.
Una vez concluido el liceo todos tomamos nuestro camino, pero 2 años después, las chicas en la mesa y un par de amigos más, volvimos a reunirnos cuando Tim se accidentó.
Él y su primo fueron a una fiesta y no es muy claro si ambos estaban ebrios al salir, lo que fue claro es que su primo lo estaba y condujo en ese estado. En una curva entrando a la ciudad, perdió el control del auto y se estrellaron contra otro. La peor parte la llevó él, se fracturó la tibia de una manera en que su futuro como deportista se esfumó.
Entre todos, nos turnamos para visitarlo, un día fui y nadie pudo acompañarme. Lo encontré muy ...
... deprimido. Nunca lo había visto así. Sentí lástima por él.
Su madre estaba por salir del hospital cuando llegué, se alegró de verme y con un sentimiento de alivio dijo que tardaría un par de horas en volver.
Tim se desahogó y lloró junto conmigo. Una cosa llevó a la otra. Quizá fue su vulnerabilidad, pero mi intención de animarle fue convirtiéndose lentamente en algo más. Me acerqué a él y lo besé suavemente. Él respondió apasionadamente. Mi mano que se encontraba en su pierna sana, empezó a subir. El beso se tornó apasionado, lleno de deseo. Fue fácil hacerme entre su bata de hospital y su carne. Sentí en él una ligera erección.
Seguíamos besándonos, mientras sus manos se dirigieron hacia mis senos, su falo seguía erigiéndose y fue cuando escuché pasos en el corredor, nos separamos rápidamente, justo a tiempo antes de que la enfermera en turno hiciera su ronda de revisión.
Gustavo seguía muy molesto, incluso el efecto del alcohol parecía haberse esfumado. Se sentó. Al acercarme pare acariciarle, noté que se había puesto duro. No era una ligera erección, no. Él estaba firme completamente.
Reconozco que el recordar la historia me hizo sentirme un poco excitada. Aprovechando el largo del mantel de la mesa, dirigí mi mano a acariciarle sobre la ropa. Gustavo disfrutaba mis caricias, pero debí interrumpir, la música se había detenido nuevamente y las mesas volvían a ocuparse.
Esperamos un poco para volver a la mesa del grupo y seguimos conversando un hasta que llegó ...