Todos tenemos nuestras historias
Fecha: 16/06/2025,
Categorías:
Confesiones
Autor: Analucy Torelo, Fuente: CuentoRelatos
–Así que fue solo eso. ¿Un magreo entre ustedes Ana Luz? –Me preguntó Gustavo notablemente molesto.
–Solo eso, cariño –Respondí.
–Además sucedió antes de que estuviéramos juntos. ¡Por favor! Todos tenemos nuestras historias.
Mi marido no parecía satisfecho con la respuesta. Afortunadamente el ruido de la fiesta no daba oportunidad de discutir con mucho detalle.
Hacia veinte años desde que terminamos el liceo y acudíamos a la reunión que lo conmemoraba. Muchos al igual que yo, rondábamos los 40 años y acudimos con nuestros cónyuges. Algunos más dejamos a los hijos con la niñera.
La cena había terminado y la conversación empezaba a animarse por las anécdotas de nuestra adolescencia. Compartíamos la mesa con Irene, Elena y sus esposos.
Entonces, lo vi llegar. Se aproximó a nuestra mesa y saludó de beso a las mujeres y un fuerte apretón de manos a los hombres. Después de la ronda de presentación le invitamos a sentarse.
Él agradeció el gesto. Comenzó entonces la ronda de preguntas usuales, Elena inició por las nuevas de cada uno, llegan dándole su turno.
–Entonces Timoteo, ¿Dinos, donde está tu esposa? –Pregunto Elena directamente.
–Me he divorciado recientemente –Contestó.
Un ligero silencio de incomodidad se hizo en la mesa. Pero fue roto rápidamente.
–Llamadme Tim, como en los viejos tiempos. Después de tantos años mi nombre sigue sin gustarme.
El recuerdo de su nombre nos hizo reír y olvidamos rápidamente la incómoda pregunta de ...
... Elena.
La música empezó y Gustavo quién odia bailar, hizo seña de sentarse.
Tim se acercó y me invitó a bailar. Quizá Gustavo notó la ligera tensión entre nosotros, cosa que lo hizo sospechar más tarde.
Acepté la invitación de buena gana. Tim era un gran bailarín.
Mientas bailábamos conversamos un poco, acto que fue seguido desde la distancia por mi marido. La música era dinámica y nos movimos con alegría a su compás. Después de algunas piezas, la música bajó de intensidad. Tim se acercó a mi oído para decirme
–aún tengo tu chaqueta.
Gustavo ya estaba cerca de nosotros, amablemente pidió bailar con su esposa y yo ignorando el comentario de Tim, accedí cambiar, tomando a mi esposo de la cintura.
–¿Cuál es la historia con él? –Preguntó, apenas Tim dio la vuelta hacia la mesa.
Al principio intenté mentirle.
–Nada amor, solo que fuimos buenos amigos durante nuestra estancia en el liceo.
Por supuesto Gustavo no iba a aceptar una respuesta tan simple fácilmente. Me di cuenta de que había tomado ya un par de copas.
–Creo que no me dices la verdad –Insistió.
El sonido anunció una ligera pausa y todos regresábamos a las mesas
–Salvada por la campana –Dijo mi esposo, entre serio y bromeando.
De vuelta a la mesa, siguió la conversación Isaac, esposo de Elena conversaba con Gustavo y yo aproveché para conversar con Tim, la plática fue informal, nada serio puede hablarse en estas reuniones. Al menos no hasta que el alcohol hubiera fluido un poco. Lo cual ...