Mi vecino Adrián, mi obsesión
Fecha: 09/06/2024,
Categorías:
Hetero
Autor: Pieldemanzana, Fuente: TodoRelatos
Su mano sobre mí pierna me producía escalofríos. Si, vale, que me conocía desde pequeña, que podía ser mi padre. Vale que jugué con sus hijos en su casa casi desde que empecé a andar. Pero aquellos años ya habían pasado hacía algún tiempo.
Sin embargo, aquella broma de apretarme la pierna para provocarme cosquillas la seguía manteniendo. No a mi sola, a sus hijos también frecuentaba hacérsela, no importaba que estos tuviesen ya una edad bastante mayor. Pero, a mí, eso de que apretara mi pierna me provocaba algo más que cosquillas.
Incluso a veces provocaba aquel gesto sentándome a su lado. No fallaba, en cuanto veía mi pierna cerca me apretaba hasta dejarme echa casi un nudo y medio ahogada de risa.
Si, podía ser perfectamente mi padre, pero en él había algo que me atraía. No podría precisar qué, pero, desde que comenzó mi adolescencia, mis ojos lo miraban de otra forma. Ya no era el padre de mis vecinos, era otra cosa…
Rondaría los 30 años, trabajaba en no sé qué empresa, nunca me enteré bien de qué. Aparentaba estar muy enamorado de su mujer. Era un tío simpático, no guapo, pero si simpático. Su mujer no era igual, no es que fuese desagradable ni antipática, nada de eso, pero si era más seria, bastante más seria. Más de una vez, de pequeña me cayeron buenas broncas en su casa. Trabajaba en un hospital, de enfermera.
Yo rondaba los 18. Morenita, no muy alta, con un 90 de copa, no mal cuerpo. Estudiaba y, como cualquier adolescente, pasaba el día encerrada en ...
... mi habitación pegada al móvil o estudiando. Mis hermanos ya se habían marchado de casa, así que yo era ahora la que se llevaba todo lo bueno y todo lo malo con mis padres. Aburridos y siempre cansados. Supongo que a su edad todos somos iguales.
Así que, con ese panorama en mi casa, trataba de pasar largas tardes en casa de los vecinos. Ellos eran más divertidos y permisivos. Además de otras razones …
Y, esa tarde, hice igual que tantas otras. Me auto invité a su casa. Su mujer abrió la puerta con una especie de sonrisa, me invitó a pasar. Ya se imaginaba que otra vez estaba aburrida. Me senté en el sofá de la salita de estar, mona y agradable. La tele estaba encendida, un tostón de telenovela en ella. Ana se sentó a mi lado después de dejar delante de mí una cola. Comentamos alguna cosa, pero no mucho, su interés estaba en la dichosa televisión, pensé, qué casi mejor, me iba a casa de nuevo.
Escuché el agua de la ducha en el baño, supuse que Adrián había vuelto del trabajo, me decidí a esperarlo. Desde mi sitio podía ver el pasillo que daba a sus habitaciones.
Casi me atraganté cuando escuché abrirse la puerta del baño y ver salir a Adrián completamente desnudo. Al principio no se dio cuenta de mi presencia, para cuando lo hizo ya era demasiado tarde. Trató de taparse algo con la toalla que llevaba en la mano, pero, para ese momento, mis ojos ya lo habían recorrido enterito.
Se puso algo rojo, no me esperaba allí. Intentó disimular con un hola, un tanto forzado, ...