1. Deosamo: Mala Jornada


    Fecha: 31/12/2017, Categorías: Control mental, Autor: Anónimo, Fuente: RelatosEróticos

    ... empobrecido paragolpes trasero.Mi amigo, el veterano sureño de la guerra civil, encontró donde están sus bolas. Que tierno,la sonrisa en su cara se amplió más ante su ingenio. Y su calentura subió todavía más. Se detuvo ante un semáforo en rojo, los peatones se apresuraron en cruzar. Ella aprovechó ese intervalo para bajar la ventana a su lado, hacía calor en el auto, o quizás era su cuerpo, y poner el espejo retrovisor en orden otra vez. Las palabras: “perra negra” reaparecieron en su cabeza. -La próxima vez que vea a ese marica voy a… -Se quedó helada. Incrédula ante que lo que veía reflejado en el asiento de atrás. Sentado en el medio, había un hombre. Un hombre blanco que aparentaba estar al final de la treintena, vestido con un traje azul oscuro, camisa blanca y sin corbata, su pelo era negro y corto (peinado hacia atrás) y estaba sin afeitar. Tenía los brazos estirados sobre el respaldo del asiento y cruzaba una pierna sobre otra. Y sonreía. Como si encontrará divertido estar en el auto de la agente de policía más jodida de Boston. Volteó su torso con la intención de gritarle y, con suerte, golpearlo en la cabeza con la petaca de acero que agarró instintivamente con su mano izquierda, pero desapareció tan rápido como apareció. -¿Qué mierda fue…? -Otro bocinazo la sacó de su fluctuación. El semáforo se había puesto en verde y los demás vehículos en los carriles adyacentes a ella se estaban moviendo. El Honda Civic bordo retomó la marcha. Ahora manejaba más lentamente, a ...
    ... unos 29 por hora, sin romper el límite de velocidad de la ciudad. Estaba pasando frente al parque Boston Common, ya estaba cerca de su apartamento. De vez en cuando fijaba sus ojos en el espejo retrovisor por si había alguien detrás de ella. En el asiento trasero. Sentado en el medio. Sonriendo. Un escalofrió atravesó su cuerpo. No le había gustado nada esa expresión. Era una sonrisa presuntuosa, llena de supremacía y malevolencia. Y sus ojos. No lo notó en el momento, pero sus ojos eran infames y arrogantes, como si ocultara un gran secreto dentro de ellos. Algo capaz de hacerle daño en un santiamén. Eso era lo que verdaderamente la había perturbado. Vio por novena vez el espejo y no encontró nada. El asiento estaba vacío, tampoco es como si tuviera un lugar para ocultarse. Cálmate, Rebecca. Cálmate.Trató de hacerlo, pero no pudo. Estaba nerviosa. Ella sólo se limitó a manejar, convenciéndose de que no había sido más que una alucinación causada por el agotamiento. Y la insatisfacción sexual. El miedo no había calmado su apetito primitivo. Ella giro hacia su izquierda, por Boyston Saint, luego a su derecha y, por último, a su derecha otra vez para aparcar el Honda en el Estacionamiento contiguo de su apartamento. Apagó el vehículo, sacó las llaves y giró su cabeza. No había nadie sentado en el asiento trasero. Seguía insegura. Y no tenía ganas de bajarse hasta averiguar bien lo que ocurría. Se quito el cinturón, con la intención de trasladarse a la parte de atrás para revisar ...
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