1. Deosamo: Mala Jornada


    Fecha: 31/12/2017, Categorías: Control mental, Autor: Anónimo, Fuente: RelatosEróticos

    ... volver temprano para hablar sobre su “aventura”. Ella no dudaba que era un superior, por el tono de autoritarismo que estos promulgaban cuando hablaban con alguien de menor rango, pero en su mente no reconocía de quien se trataba. Sólo sabía que estaba insatisfecha, y en problemas. Por lo que se fue rápidamente de la Estación, dejando a Grifth lidiar con todo el inconveniente. Rebecca posó una mano sobre su cara al recordar cómo había estado llenó de esa magnifica materia blanca y viscosa. Ella encontró lágrimas en sus dedos, pero ya no lloraba. De hecho, ella ya no se sentía mal. Sus inseguridades y resentimiento desaparecieron en una breve conversación mental con ella misma. Lástima que no pasaba lo mismo con su calentura. La reminiscencia de lo que, verdaderamente había pasado, mandaba choques de fogosidad por todo su cuerpo, especialmente su coño, el cual ya se había vuelto a humedecer a estas alturas. Si ella no tuviera tanto autocontrol, ahora mismo se masturbaría en su vehículo, en medio del tráfico. Es más, lo que sintió esa tarde había vuelto con mucha más fuerza. Se quedó sumida en sus pensamientos lascivos mientras el tráfico empezaba a restablecerse. El vehículo ya había sido retirado por los oficiales de tránsito en un santiamén y un policía de esa sección hacia señas a los conductores para que estos crucen lentamente aTremont Saint. Rebecca volvió al mundo cuando un bocinazo la sacó de sus pensamientos. -¡Mierda! -un segundo bocinazo, o tercero (ella no estaba ...
    ... al corriente de cuánto tiempo estuvo en las nubes), la llevó a sacar la cabeza por la ventanilla para acallar al conductor que estaba detrás de ella. -Ey, imbécil -gritó con ira. -El tráfico se mueve, ya lo capté. Así que deja la bocina, o te meteré donde no te llega el sol. ¡Imbécil! El hombre era un cincuentón, con una corona de pelo gris en la cabeza y el rostro taimado, con un mostacho rubio que no dejaba enviar en nada a Sam Bigotes. Desde su perspectiva reparó en que vestía una camiseta a cuadros, intercalando entre los colores rojo y negro, exponiendo el vello canoso de su pecho, y tenía un cigarrillo a medio acabar en la mano derecha. Y era un cobarde, ella lo supo por la forma en que abrió su boca en un estado de total perplejidad y miedo. Una sonrisa de gusto apareció en los labios de Rebecca, la misma que se formaba cuando apaleaba a alguien, o acababa de cogía como correspondía; el viejo no se esperaba que alguien le respondiera, mucho menos una mujer, y tampoco mostró signos de devolver el agravio. Ella volvió a meter la cabeza en el auto y manejó en dirección a Tremont Saint. -¡Jo-jodete, perra negra. -Dijo con rabia el viejo mientras metía apresuradamente la cabeza hacia la seguridad de su camioneta, un Fiat Strada modelo 2005, color rojo y en mal estado. Ella movió el espejo retrovisor para ver mejor el vehículo, sin embargo, esté se alejó por Cambridge Saint hasta que lo perdió de vista. Aun así, pudo distinguir una pegatina de la bandera confederada sobre el ...
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