Deosamo: Mala Jornada
Fecha: 31/12/2017,
Categorías:
Control mental,
Autor: Anónimo, Fuente: RelatosEróticos
La Oficial Harper salió completamente furiosa delDepartamento de Policía de la Ciudad de Boston. Había tenido un día terrible. Un día pésimo, se corrigió mentalmente Lo único que deseaba ahora mismo eran tres cosas: usar el whisky de la pequeña petaca que estaba en la guantera de su auto como enjuague bucal, llegar a su apartamento y darse una larga ducha, esperando quitar la humillación que hedía de ella, entre otras cosas, y dormir por un largo tiempo. Toda una vida, mejor, pensó con cansancio mientras se dirigía al estacionamiento de al lado de la Estación. El recuerdo de lo que había sufrido en los vestidores todavía la dominaba. Sus rodillas aún le dolían, a pesar de que su pantalón negro, reglamentario para todo efectivo de la fuerza, sirvió como un colchón de tela para las mismas. La agente siguió caminando a pasos agigantados hasta el estacionamiento, ni siquiera se detuvo a saludar alCabo Hyde, un viejo canoso y taciturno que actuaba como vigilante del estacionamiento, aunque generalmente iba acompañado de un delgado periódico deportivo. Él solía actuar indiferente ante los saludos de los agentes de la ley; simplemente con una cabeceada, sin levantar la vista del periódico, incluso ante los Capitanes de Distrito; y eso ella la enfurecía. Harper lo saludaba sólo por hábito, antes de mostrar su identificación para salir o entrar y él viejo se limitaba a pulsar el botón para levantar la barrera que impedía el paso a los vehículos; todo esto, claro está, sin levantar la ...
... vista de lo que parecía ser el artículo deportivo más interesante del mundo. Cada vez que esté le devolvía el saludo de esa manera tan tosca, se preguntaba con frecuencia como un pelele como ese todavía seguía conservando su empleo, incluso cuando escuchaba rumores de autos que habían sido robados delante de las narices de ese incompetente vigilante. Rebecca deducía que era porque Leonard Hyde es un amigo íntimo del Comisionado Evans desde hace décadas, lo cual explicaba muchas cosas. Pero si fuera por ella, lo hubiera puesto de patitas en la calle desde hace un tiempo. Aunque nada de eso le importaba ahora. El Cabo Hyde ni siquiera se detuvo a verla, tenía sus ojos fijos en un artículo que redactaba hábilmente los resultados del juego de la noche anterior (Patriotas de Nueva Inglaterra contra los Acereros de Pittsburgh), pero si lo hubiera hecho se habría llevado una maravillosa sorpresa gracias a la distraída morena. Después de haber pasado por al lado de la cabina de peaje del viejo oficial, la Oficial Harper siguió su camino con prisa. Ella giró hacia su derecha, donde se extendía el amplio estacionamiento, un piso de asfalto rodeado de paredes de concreto, con seis columnas metálicas para soportar el peso del techo de chapa y pocas ventanas. Era de noche y algunos de los focos de los faroles del techo estaban quemados, por lo que la iluminación era escasa. Ella paró en seco y hecho un vistazo a su alrededor, observando los vehículos que aún quedaban a esa hora hasta que ...