Caliente relato de sexo anal narrado por una amiga
Fecha: 04/12/2017,
Categorías:
Anal
Autor: FattaAdela, Fuente: CuentoRelatos
... insinuarle con la mirada que hay otros asientos disponibles. No me hace caso y se sienta a mi lado. Yo recargo la cabeza en el vidrio de la ventanilla y procuro no mirarlo para eliminarle las intenciones que tenga de hacerme plática. Estoy molesta por la decisión de mis padres y no tengo ganas de platicar. Mi compañero de asiento saca un libro de su mochila y se dispone a leer. No hago caso de lo que él hace. El camión por fin arranca y cuando salimos ya es casi de noche. Las luces interiores del camión que permanecían encendidas se apagan al salir de la ciudad. Algunas luces de lectura se encienden y entre ellas, la de mi compañero de asiento. Yo suelto un bufido de fastidio que él alcanza a percibir e inmediatamente apaga la luz. El interior del camión queda en penumbra, no completamente oscuro; aún se alcanzan a percibir las siluetas de las personas por las luces de los vehículos que vienen en sentido contrario. El muchacho entonces reclina su asiento y se dispone a dormir y cuando lo hace, al estirar sus piernas me impide la posibilidad de cambiarme de asiento para viajar sola. Nuevamente me ofusco y decido aguantarme en mi asiento para no molestarlo; además, pienso que al intentar cambiarme de asiento tendría que pasar entre el espacio de entre el asiento delantero y sus rodillas, con lo cual mi vestido se levantaría dejando enteramente expuesto mi trasero ante sus ojos. No me atrevo a hacerlo. Vuelvo a recargar mi cabeza en el vidrio de la ventanilla pensando en lo que ...
... me dirán mis padres al llegar. Pasado un tiempo, no sé de cuántos minutos, noto que la mano de mi acompañante ha resbalado de su pierna cayendo entre los dos, tocando levemente mi muslo desnudo. Me separo de inmediato y volteo a verlo, parece estar perfectamente dormido. Me quedo pensando en lo agradable que se siente la tibieza de sus dedos en mi muslo. Impulsada por algo que todavía no alcanzo a definir, hago que mi muslo vuelva a tener contacto con sus dedos, muy levemente, apenas tocándolos. Me encanta su contacto, me excita, permanezco así durante largo rato. De pronto, alcanzo a percibir que uno de sus dedos se mueve, acariciando imperceptiblemente mi piel. Trago saliva. Vuelvo a verlo y parece estar perfectamente dormido, incluso ronca un poquillo. No sé qué hacer, me quedo inmóvil como una estatua, pero no retiro mi pierna. Asumo que esta última acción la tomó él como una señal de aceptación de mi parte, porque los nudillos de sus dedos empezaron a acariciar mi muslo con mayor fuerza. Cuando voltee a verlo, observé que me miraba fijamente esbozando una sonrisa en su rostro. No supe qué hacer. Mi reacción fue voltearme nuevamente hacia la ventanilla y dejar que se sucedieran las cosas. Me humedezco tan solo de recordar todas esas sensaciones que me invadían en esos instantes. No puedo explicar las razones por las cuales no me atrevía retirar sus dedos de mi muslo, y lo que es peor, inconscientemente acercaba mi pierna a su mano para inducirlo a que aumentara la fuerza ...