1. Sorpresas te da la vida


    Fecha: 08/09/2017, Categorías: Erotismo y Amor Autor: Barquidas, Fuente: CuentoRelatos

    parecía que yo había nacido para vender, al pasar a viajante de comercio sucedió tres cuartas de lo mismo… Vamos, que a todo trapo yo era algo así como un vendedor congénito… O, por la Gracia de Dios… Así que en no tanto tiempo la inicial cartera de clientes que la casa me diera, yo la amplié hasta casi, casi, triplicarla; y no sé si fue que la firma, la fábrica, empezó a mirarme con otros ojos, de otra manera o por qué narices pasó, pero la cosa es que para 1968 me la reajustaron, añadiéndole Alicante y Jaén, a cambio de suprimirme Cuenca y Toledo, con lo que me quedó una zona de viaje la mar de apañadita, con un nada despreciable incremento en las ventas que se tradujo en un incremento de ingresos más que considerable… Vamos, que mi primico tenía más razón que u santo al recomendarme lo de viajar como la gran oportunidad de mi vida. Y así, como quién no quiere la cosa, me planté en 1973. Para aquellos entonces, este servidor de Dios y ustedes, con sus ya 33 añitos, la famosa edad de Cristo, estaba aún solterito y sin compromiso; y lo que era “pior”, diciendo aquello tan bonito de “Y por muchos años aún”. Vamos que, más bien, resultaba ser algo así como alérgico a los compromisos más menos matrimoniales, más menos, de “pareja estable”. No es que les hiciera asco a las nenas, en especial las de buen ver, pero tampoco echaba en saco roto cierta opinión que D. Francisco de Quevedo y Villegas expresaba e uno de sus poemas, que, ”Mujer que dura un mes, se vuelve plaga” Pero ...
     bueno, dejémonos de Juegos Florales, que a nada conducen y vayamos a lo que debemos ir; decíamos que corría ya el año 1973 y yo puesto en mis 33 años más que cumplidos ya, pues los superaba en cinco, casi seis meses, ya que era un día cualquiera de entre primeros-mediados de Diciembre, casi, casi, que escuchando villancicos y con los niños del Colegio de San Ildefonso afinando sus voces para el célebre Sorteo de Navidad. El azar de la ruta, habíame llevado, una vez más, a la jienense localidad de Villanueva del Arzobispo y, digamos, que acababa de trabajar con el último cliente del día, el más fuerte de la plaza, el que mayor capacidad de compra tenía, tiene, motivo por el cual siempre le reservo para la última hora de la tarde, aprovechando el cierre del comercio para trabajar más tranquilo, sin las interferencias de los clientes de la tienda. Así que serían ya algo más de la diez de la noche cuando, al fin, salíamos ambos dos del comercio, el cliente y yo, directos a tomar algún que otro vino del terruño, que tampoco es de mala marca, ni mucho menos Con tan sano proyecto nos metimos en un bar-marisquería de excelente presencia, acomodándonos ambos en la barra, ante sendos vasos de vino acompañado de las típicas “tapas” locales, que de buenas que son y están, se pasan, con ese bacalao encebollado y en tomate, por ejemplo, tan típico por esos pagos de las Cuatro Villas jienenses. Llevaríamos allí como doce, quince minutos, si es que no más, cuando entró en el bar un grupo de ...
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