Necesito consejo
Fecha: 11/08/2019,
Categorías:
Infidelidad
Hetero
Autor: AMorboso, Fuente: CuentoRelatos
Hola, me llamo Jorge, tengo 55 años y estoy casado, sin hijos. Trabajo como jefe de ventas en una importante multinacional del bricolaje, gano un buen sueldo y, a pesar de lo que pueda parecer, tengo un problema o más bien situación, por culpa de un despiste, que no sé cómo resolver por mi falta de experiencia. Les cuento lo que me ocurrió y ustedes me dan su opinión. Mi vida sexual nunca ha sido gran cosa. A principio, cuando despertó mi sexualidad, la dormía a base de masturbaciones a razón de una a la semana más o menos. Más tarde, cuando tuve que ir a terminar mis estudios a la ciudad, un compañero me convenció para irnos de putas, pero esa historia la tendré que contar en alguna página de humor, porque hice el ridículo más espantoso. Después de hacernos un par de pajas, porque dijo mi amigo que así aguantaríamos más, me metí con una de las mujeres, algo gorda y poco agraciada, que cuando se metió la polla en mi boca, la puso dura en un segundo y al siguiente me estaba corriendo. De hecho, cuando salí, mi compañero me preguntó que “si no había hecho nada”. Luego conocí a María y la frecuencia de pajas aumentó a tres o cuatro semanales. En el pueblo donde vivíamos no teníamos otras posibilidades de desahogo, las putas me daban vergüenza y María provenía de una familia de profundas raíces católicas, por lo que no pasábamos de castos besos y alguna pasada, como casual, de mi mano sobre sus tetas bien cubiertas. Hasta el matrimonio nada de nada. Para colmo, al terminar los ...
... estudios, encontré un buen trabajo en la ciudad, compré un piso donde vivir y solamente nos veíamos los fines de semana, pero por lo menos perdí la vergüenza y podía irme de putas alguna vez, eligiendo mujeres de mejor calidad, que me enseñaron como tratar a una mujer. Nos casamos y llegó a la noche de bodas, que pasamos en el hotel donde había sido el banquete. Fue un desastre. Primero entró ella al baño para cambiarse, pidiendo que le esperase con la luz apagada. Cuando salió, no pude verla porque la puerta del baño no se veía desde la cama y la luz que se filtraba del exterior no me lo permitía, pero me enteré cuando, después de colocar algo, se metió en la cama. Llevaba un camisón hasta la rodilla. La describo porque creo que no tiene desperdicio. Intenté encender la luz, pero no lo consintió y quedó apagada. Nos estuvimos besando y diciendo palabras cariñosas largo rato, mejor dicho, era yo el que más le hablaba. Acaricie sus piernas pegadas, yo diría que con algún cianocrilato, si no fuese porque entonces no existía tal producto. Subía su camisón poco a poco, pero si cambiaba la mano para acariciar su cuello cuando la besaba, ella se lo volvía a bajar. Si metía la mano por su estrecho escote para alcanzar alguna de sus tetas, me pedía que la sacase porque la ahogaba. Por fin, después de un buen rato de caricias, conseguí subir su camisón hasta por encima de sus tetas, pudiendo entonces besarlas, lamerlas y acariciarlas, al igual que sus pezones. También pude llegar a su ...