Tensión sexual en la oficina
Fecha: 05/08/2019,
Categorías:
Infidelidad
Sexo con Maduras
Autor: Manteufel, Fuente: CuentoRelatos
... empeoró las cosas. El clima bélico llegó a su máximo cuando se presentaba el periodo de presentación del IRPF, y la cosa se desbocó. Llevábamos diez días metiendo 12 horas al día, y yo estaba buscando en la última actualización del Código de Comercio cuando la oí gritar en la sala vecina, donde se acumulaban los volúmenes de leyes en altas estanterías. Acudí veloz, y la encontré perdiendo el equilibrio subida a una silla de oficina con ruedas. Imagínense a una pelirroja rellenita de más de 1.70, a punto de caer duramente. La tomé como pude mientras descendía, pero lo único que conseguí fue caer bajo ella, y llevarme un topetazo tremendo. No sé qué fue peor si el golpe contra el suelo... o sentir ese tetamen contra mi pecho. Mientras intentábamos separarnos, una de mis manos se apretó contra su pecho de modo inadvertido, lo que provocó en mí una reacción eléctrica. Mi pene se hinchó al momento, apretando contra su muslo. Estábamos levantándonos cuando mi cuerpo, sin que la mente consciente interviniese en ello, se abalanzó sobre ella. Mi boca buscó su cuello, y la estreché entre mis brazos. La sorpresa fue la primera reacción de Sarah, pero supongo que la tensión de tanto trabajo tenía que salir de algún modo. Pronto estábamos revolcándonos por el suelo, mientras nos besábamos y nos metíamos mano salvajemente. Mi prioridad era soltarle el sujetador, que se resistía condenadamente. Sarah parecía obsesionada con mis hombros y brazos, desarrollados por golpear el saco de arena ...
... con saña. En ese momento, tal y como nos confesamos más tarde, los dos nos dimos cuenta que solo habíamos retrasado lo inevitable, desde ese día en que la lluvia de primavera mojó la blusa de Sarah. Y nos habíamos amargado lo nuestro. Toda esa energía negativa debía enfocarse, como así fue. Yo jadeaba y Sarah gemía, mientras le sobaba el pecho con desespero. Nuestras bocas se juntaron mientras yacíamos sobre la moqueta, y al menos yo no podía pensar en nada, ni preliminares, ni juegos eróticos, nada. Solo sentía que debía penetrarla como un animal, si no quería que el calor que sentía me abrasase por dentro. Así que le puse una mano en la boca y con la otra le arranqué las bragas. No estoy hablando metafóricamente, literalmente se las arranqué, dejándole una marca que permaneció varios días. Le subí la falda, mientras Sarah acomodaba las piernas para favorecer la penetración. Sabía pese a todo que era demasiado pronto... retiré la mano de su boca, y volví a besarla, mordiéndole los labios y sobando de nuevo su pecho. Cada una de sus tetas era enorme, no tenía mano para abarcarla entera. Con la otra acariciaba con energía el interior de sus muslos y sus labios vaginales exteriores. Sarah hundía sus uñas en mi espalda, y a mí no me importaban las marcas que pudiese dejar. Sabía a fresas, y daba gloria tenerla debajo de mí, oliendo su champú, notando su calor. No tardé demasiado en percibir humedad entre mis dedos, señal de que estaba dispuesta para mí. Sarah pedía más besos y ...