1. Tensión sexual en la oficina


    Fecha: 05/08/2019, Categorías: Infidelidad Sexo con Maduras Autor: Manteufel, Fuente: CuentoRelatos

    ... tardamos demasiado en recuperar el antiguo ritmo de trabajo. Solo que en lugar de soltar comentarios de futbol, toros y demás prodigios intelectuales mientras cargaba la impresora o revisaba por encima un documento, me peleaba de continuo por detalles con Sarah. Que si el punto siete está mal redactado, que si has de pasar a máquina todas tus notas porque tu letra es muy mala... esas mezquindades. Pero bueno, el tiempo es el tiempo. Comenzamos a trabajar mejor, como ya he dicho, y el nivel de las discusiones se redujo. Nunca hubo armonía pero se bajó el tono. Porque la chica sabía contestar, y cuando tenía razón no se callaba. Cada uno dimos más de un puñetazo a la mesa. Yo comencé a apreciar su manera de adaptarse, y ella valoraba mi experiencia. No nos lo habríamos confesado ni en un potro de tortura, claro está. Y cada vez comencé a pensar más tiempo en lo buena que estaba, mientras hacía girar mi alianza. Una tarde, cuando nos reincorporamos al trabajo después de comer, la tensión sexual entre los dos subió de tono, y volvió la mala leche. Una de esas mañanas radiantes de primavera, pero que sin previo aviso desembocan en un chubasco repentino. Sarah había aprovechado la hora de la comida para ir a hacer no sé qué recado, y cuando volvió estaba empapada. Vestía una blusa blanca muy formal, nunca vestía de un modo provocativo. Pero cuando alguien con un busto como el suyo viste una blusa mojada... Además ese día llevaba un sujetador negro, y como marcaba. Con las prisas, ...
    ... no se dio cuenta de lo que ocurría en su pechera. Se sentó a terminar un documento para el que le quedaban menos de un par de horas, y yo no pude hacer otra cosa más que quedarme prendado de su tetamen, fingiendo trabajar. Tras unos minutos Sarah se dio cuenta de lo que ocurría, y no le hizo mucha gracia que digamos. Me llamó la atención bruscamente, y yo le chillé que estaba loca, y que volviese al trabajo. Hubo unos cuantos gritos, y la cosa quedó en que ella bajó a comprar una blusa a una tienda cercana, tiempo que le hice recuperar a la salida, pese a que había quedado y lo sabía. Me sentía algo avergonzado pero... uno es humano. Y así la cosa empeoró, hasta límites insospechados. Andábamos a la gresca, pero nuestro trabajo no empeoraba ya que no dábamos la más mínima oportunidad para que nos recriminasen. Ya era una relación entre iguales, no de veterano y novata. Nos tanteábamos y fintábamos, como en un combate de esgrima. De hecho tan perfecto se hizo nuestra tarea que nos felicitaron por ello, nada se entregaba tarde, sin quejas... Pero el día a día era infernal. Cada día ese demonio pelirrojo me excitaba más, y ella lo sabía. Comencé a hacer deporte para quemar la mala leche. Algo resolvió, pero no demasiado. Carrera y boxeo. Como un efecto secundario me libré de algunos kilitos de más, que a los 41 casi todos tenemos. Poco a poco fui notando algo en Sarah... no sentiría la pasión que sus curvas inspiraban en mí, pero yo no le resultaba carente de atractivos. Eso solo ...
«1234...»