El pervertido de mi marido
Fecha: 05/08/2019,
Categorías:
Infidelidad
Autor: ámbar coneja, Fuente: CuentoRelatos
No se puede ser tan hijo de puta! Es verdad que fui una boluda, una confianzuda de mierda, y que por pensar en ganar más guita me llenaba de trabajo. Es que no quería que mis hijos pasen por las mismas necesidades que yo viví en mi infancia. Hoy tengo 36 años, vivo en lo de mis padres con mis 4 niños y no pienso volver al barrio donde viví hasta hace unos meses atrás con mi marido. No hay forma de perdonar lo que me hizo! Yo trabajo como personal de limpieza en un casino, y gracias a la rotación de los turnos, y al oficio de tachero de Rodolfo, nos vimos obligados a contratar a una chica para que cuide a los niños, les cocine y los lleve a la escuela si era necesario. Yo siempre me las arreglaba para ir a buscarlos. Pero no tenían conducta para bañarse, hacer los deberes ni levantarse temprano. Rodolfo me habló de la Lili, que es la hija más chica de don Ramos, el ferretero del barrio. El hombre es viudo, y a pesar de que no saluda a nadie cuando está sobrio, es una buena persona. El caso es que las primeras semanas hubo que tener paciencia. Lili tenía 18 años y poca experiencia. Muchas veces no se animaba a bañar a Luciana, mi nena de 5 años, y la llevaba al jardín con el pelo enredado, la ropa manchada y con olor a transpiración. Le pagábamos bien, y hasta le dimos un televisor de cagarse, que ni nosotros podíamos tener. Me apenó que le entraran a la casa a robarle hasta la mesa. Muchas veces yo llegaba cansada al hogar, y lo único que deseaba era una buena sopa y meterme ...
... a la cama. Con mi marido a veces ni nos cruzábamos. Pero cuando coincidíamos nos matábamos cogiendo. Para él soy una tigresa en celo, una buena puta en la cama, y una calientapija extraordinaria. El tema es que, me empezaron a llamar la atención algunas cosas que me contaban los chicos. ¡maaa, papi no me dio plata para un mapa, lo llamé pero se quedó dormido con la Lili!, dijo un mediodía mi hijo Miguel de 9. Otra noche Luciana me explicó que había que comprarle un vestidito nuevo a Lili, porque se le rompió, y que por eso estuvo mostrando un poco las lolas. Esto, sumado a que Ignacio, mi pequeño de 2 años siempre me esperaba meado y con hambre, que Mateo no se despegaba de sus jueguitos en la compu y que Micky traía malas notas de la escuela, me instaron a hablar con Liliana. Ella me tranquilizó con su terror por no perder el trabajo, y que desde ahora nada se le iría de las manos. Le creí cuando dijo que Nacho nunca le dice cuando quiere pis, que Luciana no se quiere bañar ni bajo soborno, y que Mateo es un mal educado con ella, porque lo es con todos. Las cosas sin embargo no se calmaron. Un par de veces me encontré con que los chicos se pelearon hasta lastimarse, y que Lili no detuvo la situación. ¡papi la llamó cuando llegó, y no fuimos al cole porque no hubo clases! ¡pero la Luci no me devuelve mi celu! ¡y Mateo me pegó por gordita! ¡la Lili nos gritó que ya venía a castigar a Miguel, pero estuvo con el papi arriba de una silla! Decían los guachos entre grititos, malos ...