1. Preñada


    Fecha: 07/11/2017, Categorías: Voyerismo Infidelidad Autor: Arandi, Fuente: CuentoRelatos

    ... vertical) seguía desarrollándose. Sin proponérmelo, me descubrí haciendo bocetos de la silueta de Alhelí sobre alguna de las mesas del negocio, sin que ella se diera cuenta. Y es que su curvilíneo perfil me fascinaba. Hice toda una carpeta de dibujos al carboncillo con ella como modelo de inspiración. Claro que los guardaba celosamente, no quería que los descubriera ni ella ni mi esposa. No deseaba que se fueran a imaginar algo malo. Pues bien, llegado el séptimo mes de embarazo de Alhelí, sucedió una desgracia. La lancha donde iba Emilio, y otros dos pescadores, naufragó. Fue durante un huracán. Ellos salieron a pescar, pese a las advertencias y... La pobre de Alhelí estaba desconsolada. Sin noticias de su marido, tras días y luego semanas, muchos lo dimos por muerto, pero no Alhelí. Ella se mantenía firme en su creencia de que él estaba vivo. Yo la veía destrozada y verla así me inquietaba. Ya no era la misma. Una profunda amargura cubría su rostro. «Por qué tenía que pasar esto», parecía pensar. Para sacarla de ese estado, se me ocurrió una idea. Le propondría ser, abiertamente, mi modelo de dibujo. La dibujaría en su actual estado de fecundidad. Por la noche no pude dormir, imaginándome las poses que le pediría, no logré conciliar el sueño. Al principio había pensado dibujarla así, tal cual iba al trabajo, sin embargo, caí en cuenta que debía plasmarla completamente natural, sin nada que le cubriera su cuerpo. Era necesario. Le pagaría, y así no podría negarse. ¿O lo ...
    ... haría? Mi mente daba vueltas, pensando qué respuesta obtendría, así que decidí proponérselo en ese mismo momento, esa misma noche. Resueltamente salí en dirección a su cuarto y así, desprevenida, plantearle mi propuesta. «¿Y por qué no ir más lejos?», pensé, mientras caminaba hacia su cuartito. Y así me dejé de engañar. Yo deseaba penetrar a esa mujer. Quería ser el invasor de aquel cuerpo mágico. Deseaba palpar, de todas las maneras posibles, esa nueva vida que se formaba en el interior de Alhelí. Y, desde el interior, pretendía apreciarla, sentirla. Quería llegar hasta aquella vida que se desarrollaba en la intimidad de la muchacha con todo mi ser, incluso con mi... sí, con mi pene. Quería que lo primero que aquél bendito niño conociera de este mundo fuera el cariñoso, cálido y carnal recibimiento que yo podría brindarle. Pero cuál sería mi sorpresa cuando, al aproximarme al cuartito, escuché: —Pues a la salud del buen Emilio, que en gloria esté —decía una voz masculina. Intrigado, me asomé y vi que Alhelí estaba acompañada. El tipo, por su facha, parecía un pescador, amigo o compañero probablemente de Emilio. Tanto él como Alhelí bebían cubas. —No... no puedo hacerme a la idea de que esté muerto. Yo sé que está vivo —replicó Alhelí. —Pues, a su salud, donde quiera que esté —completó el ya bebido tipo, y se le fue encima en un abrazo. Se notaba que aquel sinvergüenza se aprovechaba de la situación para tocar a la hembra. Puedo jurar que, incluso, vi que le metía mano entre sus ...
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