Preñada
Fecha: 07/11/2017,
Categorías:
Voyerismo
Infidelidad
Autor: Arandi, Fuente: CuentoRelatos
... eso te pedí esto.” Alhelí se giró y besó a mi hijo quien la estrechó entre sus brazos. Después, cuando yo ya estaba en mi cama, recordando a aquella pareja de jóvenes quienes se abrazaban con tal afecto que... no sé. Incluso, pensé que realmente había amor entre ellos, al haber visto las miradas entre Alhelí y mi hijo. Mi propio hijo. ¿Qué pensaría mi mujer cuando se enterara de esa relación? Y es que era muy probable que se llegaran a amancebar, por lo menos así me quedé pensando después de verlos y escuchar las palabras de mi hijo. —Conmigo nada te faltará, yo me haré cargo de ti y de tu hijo... de nuestro hijo —le decía mi hijo, mientras estaba hincado frente a ella en la cama y le acariciaba las nalgas. Alhelí, a su vez, le tomaba del fuste y se lo sobaba de tal manera que, en ese momento pensé, lo tenía bajo su dominio. «¿Acaso debía advertirle a su madre?» Tal vez debería de avisarle. Decirle que aquella... aquella suripanta estaba por engatusar a su propio hijo, ¡a nuestro hijo! No sabía si Alhelí era la primera mujer de Moisés. La primera con quien pudo estar así: Acariciándola toda y llenándola de besos, desde su tirante vientre hasta sus prometedores pechos. Mamándola con una succión infinita. Abriéndola de piernas para descubrir su profuso pelambre ensortijado, y en medio de éste su raja. No podía estar seguro que Alhelí hubiese sido la primera experiencia sexual ...
... para mi hijo pero, por las palabras de Moisés, parecía que sí: —Yo no te abandonaré Alhelí, y criaremos al niño juntos —le decía, sin dejarle de chuparle el sexo. Parecía que mi hijo había quedado prendado; probablemente nublado por su inexperiencia; y la muchacha, según juzgué, se aprovechaba de ello. Ella se contorsionó como si en verdad lo gozara. Incluso le obsequió sus jugos femeninos, los cuales Moisés tragó demostrando lo inauditamente deliciosos que le eran a su paladar. Al estar allí, ya junto a mi esposa, no pude soportar más y la tomé entre mis brazos. La desnudé y besé apasionadamente, recordando el cuerpo trémulo de Alhelí que tan sólo unos momentos antes había estado contemplando. Como si ella fuera, tomé a mi sorprendida mujer. María Antonia se convirtió en sustituto cuerpo en dónde descargué mis ansias y deseos, mi necesitad por Alhelí. Esa misma noche, hice mía a mi esposa después de tanto tiempo. La hice mía con los ojos cerrados, mientras pensaba en la mujer que mi hijo había penetrado frente a mí. Esa mujer que deseaba pero que no dejaría se saliera con la suya. Estaba decidido; apenas llegado el amanecer, María Antonia estaría enterada de lo que pretendía aquella furcia. Así los dos le pondríamos freno. Alhelí no podía... es decir Moisés no debía casarse con una mujer así, una mujer adúltera que sólo buscaba sacar partido para su hijo. ¡Un niño bastardo! FIN