1. La ahijada de mi tía me regaló una tarde erótica


    Fecha: 16/06/2019, Categorías: Anal Sexo con Maduras Autor: Caballeroazul, Fuente: CuentoRelatos

    ... una de sus tetas y mi izquierda ya reposaba sobre una de sus carnosas nalgas, acariciándola y presionándola para apretarla contra mí. A esas alturas la voluntad de Tatiana era la mía; pero, había que comprobarlo. Así que retiré con suavidad mis labios de los suyos y ella buscó recuperarlos con un beso más osado; entonces correspondí a su caricia no sólo con otro beso aún más intenso; sino que además descendí mi mano desde su teta hasta su conchita y se la estrujé con la fuerza precisa para excitarla y no para dañarla. Cuando cogí su coñito por encima de su calzón y palpé su humedad supe que la calentura de esta niña era la precisa y que ella tenía tantas ganas de hacer el amor como las tenía yo. Entonces fui llevándola hasta mi cama, entre caricias más audaces y besos más encendidos. Mis besos ahora ya no estaban en sus labios sino que ahora se los daba en su cuello y en sus orejitas. Ella para entonces sólo gemía. Cuando me sentí cerca del borde de la cama me separé de ella y después de disfrutar de su expresión de adolescente lujuriosa busqué las tirillas de su vestido y sin mediar palabra se las baje por los hombros para que su trajecito discurriera por sus formas. Al ver que en vez de objeción encontraba colaboración y aprobación, continué con mi agradable labor hasta que su vestidito quedó recogido sobre sus pies y ella misma se encargó de hacerlo a un lado junto con sus sandalias. Tatty quedó quieta por algunos segundos, quizás sin darse cuenta aún de que estaba casi ...
    ... desnuda y yo recreé mi vista mirando su armoniosa figura cubierta aún por un sostén blanco y un calzoncito azul de filitos blancos con los que se la veía primorosa. La chica estaba preciosa y con aquel atuendo me encendió aún más. Pronto me le acerque para volver a besarla y; mientras ella rodeó mi cuello con sus brazos yo la sujeté de su estrecha cintura y desde allí descendí hasta sus nalgas. Esas nalgotas estaban deliciosas, carnosas, erguidas y apretaditas; como a mí me gustan. Primero se las palpé sobre el calzón y luego metí mis manos por debajo de la tela y sentí la tersura de su piel. Parecía el culito de una bebita. No pude resistirme más, así que la giré dándome la espalda, me arrodillé tras suyo y tiré hacía abajo de la tela hasta quitarle el calzón, dejando su precioso tafanario expuesto ante mis ojos. Fue entonces que aparecieron ante mí por primera vez sus apetitosas nalgas y sin pensarlo dos veces las llené de besos, lametones y pequeños mordisquillos para intentar calmar mi ansiedad. Debo haber sido bastante impetuoso con mis caricias, pues, la obligué a ir hacia delante hasta que cayó sobre la cama con el culo levantado. Mientras disfrutaba del "espectá-culo" me despojé de mi bata azul y ya en calzoncillos regresé a su culito, separé sus nalguitas y lengüeteé a mi antojo el arrugado orificio de su potito. Aquella práctica oral sobre su ano al parecer no se la esperaba, pues, empezó a menear su cola de modo frenético y a gemir tan ruidosamente que estoy seguro ...
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