Tarjetas black (Parte 4)
Fecha: 13/01/2019,
Categorías:
Infidelidad
Autor: Rober XL, Fuente: CuentoRelatos
... Roberto. Este no puso trabas a la descarada rubia, si no que separó ligeramente las piernas sin miedo ante las hostilidades de Eva. Nada de lo que pasaba bajo la mesa escapaba al escrutinio de la anfitriona. Estaba enojada con la zorra de su “amiga”, con el cabronazo de su jefe y amante y con el imbécil de su marido que parecía no enterarse de nada. Yeimy vio la sandalia abandonada por su amiga junto a una de las patas de su silla, lo que le confirmo que Eva estaba sobándole el paquete al Delegado en su propia casa. Cuanto más se divertía su ardiente amiga con su “otro hombre”, con el hombre que la había gozado y hecho gozar la última semana, más crecía su rabia. Roberto se levantó y se dirigió hacia el mueble bar, solo llevaba puesto ese el polo azul marino que también le quedaba. De repente Yeimy se dio cuenta de que estaba sentada en el sofá mirando pasmada como Eva, su más íntima amiga mamaba con ímpetu de la erecta polla que galantemente le ofrecía su marido. Roberto acudió junto a ella al sofá con dos copas y su pesado miembro en horizontal al suelo. Le ofreció una de las bebidas pero Yeimy no respondió. No podía, la joven esposa contemplaba atónita como su amiga succionaba a su marido de forma magistral. Primero le masturba, luego empleando sus labios cuidadosamente engullía cuanto podía, la sacaba de su boca y la volvía a tragar casi entera. La muy zorra miraba a Federico mostrando como se comenzaban a formar filamentos de saliva que pendían de su inflado prepucio ...
... hasta su sucia boca. Entonces él mismo se la agarró y sujetándole ligeramente la cabeza le restregó la polla por toda la cara embadurnándola de saliva. Le dio un par de suaves puyadas en su boca abierta y le volvió a dejar hacer a ella. La verdad es que Eva se esforzaba, le pajeaba con una mano mientras chupaba el resto de su rabo adelante y atrás, succionaba con fuerza el capullo, se la tragaba de nuevo casi entera, utilizaba su propia saliva para hacer cochinadas y ruidos obscenos, y de pronto la levantó para dejar así los testículos al alcance de su boca. Una auténtico putón, como todas las divorciadas jóvenes y guapas, pensó Yeimy. Habían llegado a los postres y precisamente cuando Eva parecía haberse calmado, todo se precipitó. Se ofreció a ayudar a la anfitriona y cuando se levantó la mirada furiosa de Yeimy se dirigió agudamente al tapizado rojo mate de la silla, o más bien a la mancha oscura que había en el centro del asiento. ― ¡Serás guarra! ¡Mira cómo has puesto la silla! ―gritó como loca. ― Ay, lo siento. Había sido un cúmulo de circunstancias, lo excitada que había llegado presintiendo sexo, lo cachonda que la había puesto el seductor Delegado y lo grande que le quedaba el maldito bikini. Y entonces escuchó a Roberto en tono de sentencia. ― Desde luego si estuviésemos en la oficina yo mismo le daría unos buenos azotes por cochina, pero ésta es tu casa Federico. Tú verás lo que haces. Todos miraron entonces a Fede, que tardo en reaccionar pero una vez se puso en pie ...