EXTRAÑO TU BOCA, Y TÚ A LA MÍA (3)
Fecha: 26/12/2018,
Categorías:
Infidelidad
Autor: Mar1803, Fuente: SexoSinTabues
... cogieron? —Sí —. Contestaste cerrando los ojos y regalándome una sonrisa, en tanto que yo con una mano te acariciaba las tetas y con la otra me ocupaba de tus nalgas. —¿Me trajiste leche? —insistí y tú abriste los ojos para mover afirmativamente la cabeza manteniendo la sonrisa; ya querías darme mi pedido... —Mi marido se quedó sorprendido porque cuando sentí que se venía dejé de mamársela y me monté en él, lo comencé a besar sin dejar de moverme hasta que se vino... Ya no pudo decir nada, ni protestar por no venirse en mi boca como le gusta, me dormí sobre de él y me bajé como a la media hora. —¿Y en la mañana, qué pasó? —Encuerada, me levanté temprano, me puse sólo una bata encima y me la amarré bien, levanté a mis hijos para que se arreglaran y me fui a hacerles el desayuno. Cuando estuvieron listos, les serví y los dejé en la mesa “no quiero gritos ni interrupciones porque su papá está durmiendo”, les dije y me fui a la recámara. Mi marido seguía durmiendo. Me encueré otra vez, le tomé la verga y me la metí a la boca, cuando se le paró lo monté para darle los buenos días; no aguantó mucho, de inmediato se giró para que yo quedara abajo y se movió hasta que se vino. Le hice perrito varias veces para exprimirlo y le dije que ya se nos estaba haciendo tarde, que él tenía que traerme. Se lavó y nos vestimos. Cuando él llegó a la mesa le serví y comimos rápido. Llevamos a los niños a la escuela y me trajo aquí antes de irse a su trabajo. —Vamos pronto al privado del patrón, ...
... antes de que se te escurra toda la leche en las pantaletas. —te ordené después de que te quité el saco. Ibas delante de mí y yo te arreaba disfrutando del rico trasero que nos gusta tanto a tu esposo y a mí. Tú sonreías alegremente moviendo la melena a cada palmada que recibías en las nalgas y te desabotonabas la blusa. Antes de llegar al privado ya traías también el brasier en las manos y el botón del pantalón fuera del ojal. Yo tampoco traía ya la camisa puesta. Cerré la segunda puerta sin dejar de darte besos y bajé el cierre del entallado pantalón que resaltaba tus nalgas y piernas. Cuando te dejé con las prendas abajo, acerqué mi cara a tu vagina de olor penetrante. En pocos segundos estábamos desnudos y nuestras ropas alternadamente puestas sobre un sillón. Regresé mi cara cerca de tu olorosa mata para aspirar el aroma del amor que horas antes habías gozado. Con mis manos abrí tus pegajosos labios y mi lengua entró en tu vulva, levantaste la pierna izquierda colocándola sobre el sofá para que mi lengua entrara sin problemas y me puse a lamer tu pepa. Chupé y chupé hasta hacerte gemir. No pudiste sostenerte en pie y caíste en el sofá. Te acostaste abriendo las piernas —¡Mama mi Nene! ¡Tómate toda la leche que te trajo mami! —exclamabas frenética tomando mi cabeza con ambas manos y yo abrevaba del néctar salado cuyo volumen aumentaba con el flujo que tu lujuria desencadenaba. —¿Te gusta lo que te traje, mi Nene? —me preguntaste abriendo completamente las piernas para que mi ...