1. Infidelidad en su boda


    Fecha: 24/11/2018, Categorías: Infidelidad Sexo con Maduras Autor: MARIANO, Fuente: CuentoRelatos

    ... pulsó un par de teclas hasta que unas líneas de números y letras aparecieron en la tele. Después modificó un par de líneas y le devolvió el control a Pedro instándole a jugar de nuevo. La velocidad y número de meteoritos se había incrementado de tal manera que aquello no había quien lo controlara. Pedro consiguió que su hermano le explicara qué había hecho y él mismo empezó a adentrarse en el lenguaje Basic de ese simple jueguecillo. Desde entonces se apasionó por el mundo de los ordenadores, los estudió y ahora manejaba todos los temas informáticos de la empresa paterna. A medida que repasaba sus quehaceres matutinos y se acercaba la hora de incorporarse de la cama, Pedro se sentía cada vez más inquieto. Intentaba echar la culpa de su nerviosismo a la amplia y variada programación del día de su boda, pero internamente sabía que el origen de esa inquietud radicaba en su propia relación con Lucía, su futura esposa. La había conocido en la fábrica donde ambos trabajaban. Un día en el que se acumulaba los problemas en la red de ordenadores de la empresa, bajó a desayunar a la cafetería más tarde de lo habitual. Era la hora del desayuno de los operarios de la fábrica y para él resultaba desconocido el gentío y desfile de batas de colores allí existente en ese momento. En una de las mesas más cercanas a donde él había conseguido sentarse, observó a cuatro chicas bastante jovencitas que conversaban animadamente. Ninguna le llamó inicialmente la atención hasta que alguna dijo algo ...
    ... que las hizo reír. Entonces sí que le llamo la atención la sonrisa de una chica morenita de pelo corto, una sonrisa franca y limpia adornada por unos preciosos hoyitos en sus mofletes. Hasta que se terminó su pulguita de atún y su café Pedro estuvo observando, con algo de disimulo para no ser descubierto, a aquella chica cuyo rostro, de momento le había hechizado. Su hora de desayuno se retrasó a partir de ese día para poder coincidir con ella. En los días siguientes siguió observándola de soslayo, y se fue prendando no solo de rostro, sino de sus gestos, de su modo de caminar, de su bata de trabajo azulona y hasta de lo que aún no conocía de ella pero podía imaginar. Por supuesto que no comentó nada a ninguno de sus compañeros de trabajo y amigos más cercanos. Siempre había sido muy reservado con sus amigos a la hora de entrar en detalle sobre sus sentimientos amorosos. Incluso cuando en las habituales tertulias se hablaba de sexo, por lo general él se escondía de la conversación y sus escasas intervenciones solían acabar, incluso sin motivo alguno, con un enrojecimiento general de su rostro que solo su rizada barba y bigote dorados conseguía parcialmente ocultar. Afortunadamente ninguno de sus amigos se aprovechaba de su natural timidez ante todo lo relacionado con el amor y sexo. Cuando alguno de ellos le instaba a echarse novia o a tirarse una canita al aire, él les decía que no lo necesitaba y que todo lo haría cuando encontrara y se casara con la mujer de su vida. Bien ...
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