Infidelidad en su boda
Fecha: 24/11/2018,
Categorías:
Infidelidad
Sexo con Maduras
Autor: MARIANO, Fuente: CuentoRelatos
Lucía abrió perezosamente los ojos y miró el reloj eléctrico sobre su mesita de noche. Con dificultades por la somnolencia en la que aún estaba sumida comprobó que ya habían pasado quince minutos desde que sonara el despertador. Durante unos segundos meditó la posibilidad de alargar ese maravilloso sopor al que solía acogerse todas las mañanas al despertar, pero la idea fue fugaz. Había un montón de cosas por hacer ese día y, aunque sabía que Pedro se iba a ocupar de casi todo, era consciente de que ciertas tareas solo podía hacerlas ella. Torpemente se puso en pie y tiró de las cortinas para iluminar la habitación. Cuando sus ojos se habituaron a la cascada de luz observó su cuarto de toda la vida semivacío y un leve sentimiento de nostalgia le invadió. La mayoría de sus pertenencias ya estaban en lo que iba a ser su nueva casa, aunque aún iban a pasar unos días antes de ocuparla. Había sido duro el traslado pero Pedro y su hermano se habían encargado casi por completo de ello. Quedaba algo de ropa en el armario y un leoncito amarillo de peluche que conservaba desde que era niña y que, pese a los años transcurridos, mantenía un aspecto impecable. Eso sí, aún estaba ahí su ordenador personal, uno de los pocos caprichos que se había podido permitir desde que cuatro años antes se pusiera a trabajar en la fábrica para apoyar económicamente a su familia, y que le permitía comunicarse con Estrella, su gran amiga y confidente. Hacía tres años que Estrella había abandonado el ...
... pueblo en el que ambas habían compartido su infancia y juventud. El espíritu inquieto de su amiga y las disputas familiares que, sobre todo tras la muerte de su padre, mantenía de continuo con su madre, una mujer exuberante y de vida disipada y libertina, le habían hecho abandonar el pueblo natal para desplazarse primero a la capital y posteriormente a Londres donde actualmente vivía. Allí se había buscado la vida dignamente encontrando trabajo en una tienda de modas y alojamiento junto con otras dos chicas, una venezolana y otra italiana, en un piso alquilado. A Lucía le apenaba que las obligaciones laborales y la distancia hubieran impedido a su gran amiga acompañarle ese día. Se detuvo ante la pantalla de su ordenador dudando en encenderlo y releer el contenido del mensaje que Estrella le había mandado el día anterior: un chiste muy malo, un par de anécdotas de sus compañeras de piso, muchas palabras de ánimo para el futuro y sobretodo su última locura nocturna en la capital británica. Apenas se había alejado dos pasos de la mesa cuando se detuvo y volvió a ella decidiendo finalmente abrir de nuevo el último e-mail que había recibido de Estrella. El chiste y las vivencias de las dos chicas que vivían con ella los ojeó muy deprisa, casi sin mirar, sonriéndose. Luego leyó un par de veces, conteniendo a duras penas las lágrimas por la emoción, las felicitaciones y manifestaciones de sincero convencimiento por parte de la amiga de que todo le iba a ir muy bien con Pedro. Una vez ...