El final de mi matrimonio
Fecha: 03/09/2017,
Categorías:
Sexo con Maduras
Confesiones
Autor: Sandra_lujuria, Fuente: CuentoRelatos
completamente mis problemas, hasta que de nuevo mi embarazo se hizo sentir, provocándome un intenso malestar. Me bañé en cuanto llegué a la casa y cuando salí de la ducha, mi suegro ya estaba en la sala con la televisión sintonizando la acostumbrada telenovela de la noche. Entré a mi recámara en donde como siempre, mi marido estaba tumbado inconsciente en la cama. Una botella de tequila barato estaba casi terminada y me sentí tentada a beber, pero me detuve pensando en que le haría daño al niño que crecía dentro de mi. Así que bajé a la sala y luego de prepararme una escueta cena, me acomodé en mi lugar habitual para ver en compañía de mi suegro el episodio de la telenovela a la que me había enganchado irremediablemente. Las incipientes escenas cachondas del programa y los vestiditos que las actrices usaban para lucir sus cuerpos en la pantalla siempre habían calentado a don Fernando y aquella noche no fue la excepción. En un corte comercial, fui a la cocina a dejar los platos sucios y cuando regresé a la sala, noté que mi suegro era dueño de una fuerte erección, que él se acariciaba discretamente sobre la ropa. “Si quieres más dinero, este es el momento, Sandra” pensé mientras encontraba valor para hacerle una propuesta a mi suegro. -¿No quiere que le ayude con eso? Puedo mamársela mientras sigue viendo la telenovela. Claro, no lo hago por gusto. Tendrá que pagarme. -¿Cuánto quieres esta vez? Me sales muy cara y la última vez te enojaste porque terminé dentro de ti. No eres ...
buen negocio. -Pues es que habíamos quedado en algo- Comencé a replicarle, pero me detuve cuando recordé lo mucho que necesitaba el dinero y le dije que ya no me quejaría –Si quiere, se puede venir en mi boca- Apoyé las manos en sus rodillas y aguantando el asco que me daba, lo besé en la boca para mostrarle mi buena disposición. Don Fernando sacó su verga, dura y húmeda en la punta y yo me acomodé hincada entre sus piernas y empecé a juguetear con mi lengua en su horrendo falo. -Oh, Sandrita. Así está mejor. Te voy a pagar bien, solo hazlo hasta el final y trágatelo todo cuando me venga- Metí toda su carne en mi boca hasta que sus canosos vellos me hicieron cosquillas en la nariz y me dispuse a hacerle una buena mamada, usando mucho mi lengua y mis labios para complacerlo. Estuve ahí un rato, intentando pensar en otra cosa o esforzándome por escuchar los insípidos diálogos del programa mientras chupaba el pene de mi suegro lo mejor que podía. -¿Quieres más dinero, Sandra?- me preguntó él y yo asentí moviendo mi cabeza sin dejar de mamar. –Entonces dame tu panocha- No sabía si aquello era un triunfo o una humillación, pero me levanté y luego de bajarme el pantalón del pijama, le ofrecí mis nalgas inclinándome acodada en la mesa del comedor. -Voy a dejar que te vengas adentro. Pero primero dime cuánto me vas a pagar- Acordamos que me daría cinco mil pesos y que cuando él me dijera, yo se lo mamaría hasta hacerlo eyacular. Sentía el palpitante miembro de mi suegro recorriendo ...